Perfilemos la Agenda (8/1/06)
Diario La Primera - 8 de enero del 2006
A todos los peruanos nos está muy claro que el gran reto de nuestro país es encontrar el camino del desarrollo. Sin embargo, no tenemos nada claro el como hacerlo, nos hemos pasado décadas intentando todo tipo de recetas, cambiándolas a medio camino, en un torpe movimiento pendular y me temo que además, no hemos logrado aprender de nuestros fracasos y mucho menos de los aciertos de tantos otros países, que a lo largo y ancho del planeta, ya han logrado llevar a sus ciudadanos hacia la prosperidad y el bienestar general.
Buena parte de la explicación de nuestra incapacidad para encontrar el camino del éxito, es que nunca hemos tenido una visión compartida de largo plazo. Una visión del futuro que nos permita entender que en el Perú, en el largo plazo, TODOS somos socios, TODOS tenemos los mismos intereses. Lamentablemente esto no es igual en el corto plazo, puesto que al vivir en una sociedad de escasez, asumimos que lo que unos ganan, es porque otros lo pierden y así, luchamos los unos contra los otros, dividiéndonos y separándonos cada día más, desconfiando mutuamente y finalmente hasta renunciando a la esperanza de tener un país prospero –lo que se manifiesta claramente cuando nuestros jóvenes optan por emigrar.
Es pues indispensable plantearnos la necesidad de diseñar una visión compartida de largo plazo, porque solo en el largo plazo podemos encontrar nuestros intereses comunes, porque solo en el largo plazo podemos establecer consensos y de ellos producir con naturalidad las estrategias de desarrollo que nos lleven a la prosperidad.
En cuanto a nuestras estrategias de desarrollo es fundamental plantearse un desarrollo integral, inclusivo y sostenible. Que no privilegie lo económico sobre lo social, ni viceversa, que nos de la sensación de complementariedad y de suma, que permita que todos las abracemos porque nos sentimos incluidos.
Una buena manera de plantearlas es que visualicemos el desarrollo como el devenir de una vía férrea, ambos rieles tienen que avanzar en paralelo y asentados en durmientes sólidos. Así podríamos imaginar que el desarrollo económico es uno de los rieles, el desarrollo social, el otro, y los durmientes, el desarrollo institucional.
Pero no es posible concebir el desarrollo del Perú si no logramos el desarrollo de la sierra, esto nos lleva necesariamente a identificar el abandono y atraso de la sierra peruana, como el gran olvido, la herida abierta, que demuestra nuestra incapacidad para entender nuestro país como un todo, la desintegración nacional que explica en gran medida la profundidad de nuestros problemas sociales. Lamentablemente, a nuestros tradicionales problemas de desintegración social y cultural, le sumamos, desde hace varias décadas, un modelo de exclusión económica, optando por un modelo de desarrollo costeño, citadino y limeño, cuando implantamos el modelo Cepalino de sustitución de importaciones, así como la reforma agraria que descapitalizó la sierra, tanto de recursos financieros, como humanos y tecnológicos y la alejó de la economía de mercado.
Para colmo de males, nuestras políticas proteccionistas y de un mal entendido nacionalismo, coincidieron precisamente con la irrupción de la globalización, que ha permitido, en muchos otros lugares del mundo, que la apertura de las economías, que la inversión y que el comercio internacional, produjera avances cualitativos en el bienestar general de sus poblaciones.
¿Qué necesitamos, pues, para salir de pobres? ¿Más proteccionismo, más falsos nacionalismos? ¿Luchar contra la economía de mercado, como predican con la palabra y sobre todo con los hechos, buena parte de nuestra clase política?
NO, necesitamos algo muy diferente: “Hay que luchar por incorporar a los pobres a la economía de mercado”.
Eso pasa en el Perú, por lograr el acceso de la sierra a la economía de mercado y por darles a nuestros jóvenes lo que buscan allende nuestras fronteras cuando optan por emigrar:
La incorporación de la Sierra a la economía de mercado
El desarrollo de la sierra requiere de un esfuerzo continuo de por lo menos 15 a 20 años de:
- Construcción de accesos eficientes de los productores serranos a los mercados internos y
externos.
- Desarrollo de las infraestructuras de transportes, saneamiento, energía, comunicaciones,
educación y salud.
- Mejoramiento continúo de la productividad de los campesinos, ganaderos, artesanos y
operadores turísticos.
- Capacitación a los trabajadores de los oficios tradicionales.
- Formación de clusters y cadenas productivas.
- Acceso al crédito para los pequeños productores.
- Titulación y defensa de la propiedad de los campesinos.
- Educación funcional a los requerimientos laborales.
- Seguro universal de salud infantil.
Todo esto requiere que se fomente sostenidamente la inversión pública y privada en volúmenes suficientes para acumular una masa crítica que permita el despegue económico de la sierra. Es verdad que alentando la inversión en agroindustria, ganadería, forestaría y turismo se pueden lograr ciertos avances, pero es imposible que sin un desarrollo agresivo de la inversión minera se puedan producir suficientes recursos productivos, tributarios, de inversión en infraestructuras y de apoyo social a las comunidades, como para garantizar la incorporación de la sierra peruana al mundo moderno y a los estándares de vida universales.
La necesidad de crear futuro para nuestros jóvenes
Cada día salen del Perú más de mil peruanos. Más de 400,000 ciudadanos que cada año se ven forzados a emigrar – fundamentalmente jóvenes y especialmente mujeres. Si pudieran hacerlo, el 86% de nuestros jóvenes seguiría el mismo camino. Las remesas de los peruanos habrían pasado de 1,300 millones a 2,500 millones de dólares anuales y como bien dice Fernando Villarán, los que remesan dinero no son gente de la clase media ni los más pudientes, sino los más pobres, los que necesitan ayudar a sus familias.
Nuestros jóvenes, especialmente los más pobres, se van fundamentalmente porque en el Perú no les ofrecemos futuro. No encuentran trabajo, saben que sus padres han sido muy trabajadores y esforzados, pero al final están donde empezaron y con razón, no quieren correr la misma suerte. Desconfían de nuestras instituciones y de toda la clase política, saben que no hay suficiente inversión, seguridad, justicia y piso parejo para poder desarrollarse sin ser víctimas de la corrupción y de la lenidad de la burocracia estatal.
No se están yendo a Cuba ni a Venezuela, se están yendo a los Estados Unidos, a Chile y a España. Se están yendo a economías de mercado, donde el esfuerzo individual les permite progresar y donde lo logrado no te lo quitan de la noche a la mañana.
¿Qué esperamos para que en el Perú, nuestros hijos tengan lo que buscan afuera? No hay ninguna limitación para que nuestro país emprenda el camino del éxito y del bienestar general, excepto la falta de visión de nuestros líderes.
La campaña electoral es el mejor momento para focalizar el debate nacional, es la mejor oportunidad para reaccionar contra la frustración generalizada en que vivimos, es el mejor momento para romper los moldes tradicionales de la política nacional. Lo que ayer era políticamente correcto ya no lo es hoy. Nuestros jóvenes están globalizados - según Arellano, en Puno hay más penetración de Internet que en Lima.
Los jóvenes que se fueron, los jóvenes que planean irse y sus familias saben exactamente lo que necesitamos, no nos dejemos arrastrar por los resentidos ni por la vieja política – visión y coraje…. ¡Carajo!
Buena parte de la explicación de nuestra incapacidad para encontrar el camino del éxito, es que nunca hemos tenido una visión compartida de largo plazo. Una visión del futuro que nos permita entender que en el Perú, en el largo plazo, TODOS somos socios, TODOS tenemos los mismos intereses. Lamentablemente esto no es igual en el corto plazo, puesto que al vivir en una sociedad de escasez, asumimos que lo que unos ganan, es porque otros lo pierden y así, luchamos los unos contra los otros, dividiéndonos y separándonos cada día más, desconfiando mutuamente y finalmente hasta renunciando a la esperanza de tener un país prospero –lo que se manifiesta claramente cuando nuestros jóvenes optan por emigrar.
Es pues indispensable plantearnos la necesidad de diseñar una visión compartida de largo plazo, porque solo en el largo plazo podemos encontrar nuestros intereses comunes, porque solo en el largo plazo podemos establecer consensos y de ellos producir con naturalidad las estrategias de desarrollo que nos lleven a la prosperidad.
En cuanto a nuestras estrategias de desarrollo es fundamental plantearse un desarrollo integral, inclusivo y sostenible. Que no privilegie lo económico sobre lo social, ni viceversa, que nos de la sensación de complementariedad y de suma, que permita que todos las abracemos porque nos sentimos incluidos.
Una buena manera de plantearlas es que visualicemos el desarrollo como el devenir de una vía férrea, ambos rieles tienen que avanzar en paralelo y asentados en durmientes sólidos. Así podríamos imaginar que el desarrollo económico es uno de los rieles, el desarrollo social, el otro, y los durmientes, el desarrollo institucional.
Pero no es posible concebir el desarrollo del Perú si no logramos el desarrollo de la sierra, esto nos lleva necesariamente a identificar el abandono y atraso de la sierra peruana, como el gran olvido, la herida abierta, que demuestra nuestra incapacidad para entender nuestro país como un todo, la desintegración nacional que explica en gran medida la profundidad de nuestros problemas sociales. Lamentablemente, a nuestros tradicionales problemas de desintegración social y cultural, le sumamos, desde hace varias décadas, un modelo de exclusión económica, optando por un modelo de desarrollo costeño, citadino y limeño, cuando implantamos el modelo Cepalino de sustitución de importaciones, así como la reforma agraria que descapitalizó la sierra, tanto de recursos financieros, como humanos y tecnológicos y la alejó de la economía de mercado.
Para colmo de males, nuestras políticas proteccionistas y de un mal entendido nacionalismo, coincidieron precisamente con la irrupción de la globalización, que ha permitido, en muchos otros lugares del mundo, que la apertura de las economías, que la inversión y que el comercio internacional, produjera avances cualitativos en el bienestar general de sus poblaciones.
¿Qué necesitamos, pues, para salir de pobres? ¿Más proteccionismo, más falsos nacionalismos? ¿Luchar contra la economía de mercado, como predican con la palabra y sobre todo con los hechos, buena parte de nuestra clase política?
NO, necesitamos algo muy diferente: “Hay que luchar por incorporar a los pobres a la economía de mercado”.
Eso pasa en el Perú, por lograr el acceso de la sierra a la economía de mercado y por darles a nuestros jóvenes lo que buscan allende nuestras fronteras cuando optan por emigrar:
La incorporación de la Sierra a la economía de mercado
El desarrollo de la sierra requiere de un esfuerzo continuo de por lo menos 15 a 20 años de:
- Construcción de accesos eficientes de los productores serranos a los mercados internos y
externos.
- Desarrollo de las infraestructuras de transportes, saneamiento, energía, comunicaciones,
educación y salud.
- Mejoramiento continúo de la productividad de los campesinos, ganaderos, artesanos y
operadores turísticos.
- Capacitación a los trabajadores de los oficios tradicionales.
- Formación de clusters y cadenas productivas.
- Acceso al crédito para los pequeños productores.
- Titulación y defensa de la propiedad de los campesinos.
- Educación funcional a los requerimientos laborales.
- Seguro universal de salud infantil.
Todo esto requiere que se fomente sostenidamente la inversión pública y privada en volúmenes suficientes para acumular una masa crítica que permita el despegue económico de la sierra. Es verdad que alentando la inversión en agroindustria, ganadería, forestaría y turismo se pueden lograr ciertos avances, pero es imposible que sin un desarrollo agresivo de la inversión minera se puedan producir suficientes recursos productivos, tributarios, de inversión en infraestructuras y de apoyo social a las comunidades, como para garantizar la incorporación de la sierra peruana al mundo moderno y a los estándares de vida universales.
La necesidad de crear futuro para nuestros jóvenes
Cada día salen del Perú más de mil peruanos. Más de 400,000 ciudadanos que cada año se ven forzados a emigrar – fundamentalmente jóvenes y especialmente mujeres. Si pudieran hacerlo, el 86% de nuestros jóvenes seguiría el mismo camino. Las remesas de los peruanos habrían pasado de 1,300 millones a 2,500 millones de dólares anuales y como bien dice Fernando Villarán, los que remesan dinero no son gente de la clase media ni los más pudientes, sino los más pobres, los que necesitan ayudar a sus familias.
Nuestros jóvenes, especialmente los más pobres, se van fundamentalmente porque en el Perú no les ofrecemos futuro. No encuentran trabajo, saben que sus padres han sido muy trabajadores y esforzados, pero al final están donde empezaron y con razón, no quieren correr la misma suerte. Desconfían de nuestras instituciones y de toda la clase política, saben que no hay suficiente inversión, seguridad, justicia y piso parejo para poder desarrollarse sin ser víctimas de la corrupción y de la lenidad de la burocracia estatal.
No se están yendo a Cuba ni a Venezuela, se están yendo a los Estados Unidos, a Chile y a España. Se están yendo a economías de mercado, donde el esfuerzo individual les permite progresar y donde lo logrado no te lo quitan de la noche a la mañana.
¿Qué esperamos para que en el Perú, nuestros hijos tengan lo que buscan afuera? No hay ninguna limitación para que nuestro país emprenda el camino del éxito y del bienestar general, excepto la falta de visión de nuestros líderes.
La campaña electoral es el mejor momento para focalizar el debate nacional, es la mejor oportunidad para reaccionar contra la frustración generalizada en que vivimos, es el mejor momento para romper los moldes tradicionales de la política nacional. Lo que ayer era políticamente correcto ya no lo es hoy. Nuestros jóvenes están globalizados - según Arellano, en Puno hay más penetración de Internet que en Lima.
Los jóvenes que se fueron, los jóvenes que planean irse y sus familias saben exactamente lo que necesitamos, no nos dejemos arrastrar por los resentidos ni por la vieja política – visión y coraje…. ¡Carajo!
0 Comments:
Post a Comment
<< Home