Sunday, January 15, 2006

¡Es Hora de salir al Frente! (15/1/06)


Diario La Primera - 15 de enero del 2006
Hay algunas líneas que los peruanos no debemos trazar, como dividirnos entre los de izquierda y los de derecha, o entre los que tienen más y los que tienen menos, o por creencias religiosas, o entre los que están de acuerdo con las conclusiones de la Comisión de la Verdad y los que no están de acuerdo – pero hay una línea que si debemos trazar, ésa es la que separa a los peruanos de buena voluntad de los que no lo son.

¿Cómo podemos juzgar quienes son los peruanos de buena voluntad?

En verdad casi todos nosotros, cada uno de nosotros, sabe perfectamente quienes son gente de buena voluntad y quienes no. En una sociedad, la buena voluntad empieza por la tolerancia, tolerancia con las creencias de los demás, tolerancia con las condiciones de los demás e incluso tolerancia con sus errores. Asimismo implica la negación del odio, del resentimiento, del desprecio y de la envidia. La buena voluntad conlleva sentimientos positivos en vez de sentimientos negativos, la construcción en vez de la destrucción, la unión en vez de la discriminación. En esencia la buena voluntad es una expresión de amor, que empieza con el amor por uno mismo.

Estamos ya en el medio del proceso electoral y como es lógico, esta es una de las pocas ocasiones en que todos los peruanos reflexionamos sobre el destino de nuestra nación.

Esta debiera ser una oportunidad en que más allá de nuestras diferencias e intereses individuales o de grupo, debiéramos debatir sobre el futuro de nuestro país con total apertura y libertad, pero dentro de ciertos límites, sin mala voluntad, al fin y al cabo solo podemos ver nuestro futuro común, si aunque sea por un rato, nos sentamos del mismo lado de la mesa para así poder mirar en la misma dirección y tener una misma visión de futuro.

Evidentemente, no podemos prohibir manifestarse a los que opten por un comportamiento radical, ni a los que tengan una visión destructiva y discriminatoria, no podemos tampoco acallar a los que consideremos hombres y mujeres de mala voluntad – pero si tenemos la obligación de combatirlos, tenemos la obligación de desenmascarar sus puntos de vista, tenemos la obligación de ilustrar a los millones de hombres y mujeres de buena voluntad sobre lo que se pone en juego cuando un grupo de aventureros pone en riesgo la salud de la nación.

Esa obligación de combatir las semillas del desquiciamiento es doble en el Perú, porque no hemos sabido dar a la gran mayoría de nuestros ciudadanos, ni el bienestar, ni la educación que les permita tener los elementos de juicio básicos como para poder separar sus justificados sentimientos de frustración con la realidad nacional, de la ponderación en el análisis de nuestros requerimientos y capacidades futuras. Asimismo, tenemos la obligación de combatir a los extremistas, porque ya sufrimos de sus afrontas y en buena medida hicimos muy poco o nada para evitar sus consecuencias, cuando dejamos prosperar la aventura del “Binomio Pueblo – Fuerza Armada” de Velasco y la criminal gesta del “Sendero Luminoso” de Guzmán, que solo nos dividieron y empobrecieron.

El Perú no está para bromas ni aventuras. No se puede jugar con el destino de una nación tan sufrida. La principal obligación de quienes pretenden dirigir el destino de nuestro país es demostrarles a los ciudadanos que los cambios que se plantean son para buscar y alcanzar el bienestar general. Le guste o no le guste a los candidatos aventureros e ignorantes, el bienestar pasa necesariamente por el crecimiento económico. Sino recordemos como se compone el Índice de Desarrollo Humano del PNUD (Naciones Unidas) y lo que nos dice sobre lo que tenemos que hacer:

25% del nivel de alfabetismo
25% del nivel de matrícula secundaria
25% del nivel de esperanza de vida, y
25% del nivel del PBI per cápita

Evidentemente el Perú tiene un índice muy bajo y para progresar necesitamos aumentar nuestro indicador en forma sustancial. Lo interesante de este índice es que si los peruanos mejoráramos los primeros tres factores al máximo posible, o sea, si llevamos el alfabetismo al 100%, la matrícula secundaria al 100% y la esperanza de vida al nivel de los europeos y/o americanos, solo mejoraríamos en un 17%.

La pregunta de rigor es: ¿Con una mejora del 17% podemos los peruanos alcanzar el bienestar? No, No y No. Solo podemos alcanzar el bienestar si multiplicamos por cinco y por diez el PBI per cápita, y para multiplicar nuestro PBI per cápita por cinco y por diez veces tenemos necesariamente que crecer, tenemos necesariamente que hacer crecer nuestra economía, y eso solo se puede hacer generando confianza, promoviendo agresivamente la inversión, dando seguridad sobre el futuro.

Claro que para desarrollar y prosperar no solo se necesita promover el crecimiento de la economía, también hay que luchar por incorporar a nuestros pobres a la economía de mercado, hay que mejorar la productividad de los oficios tradicionales, especialmente en la sierra, hay que lograr una educación de calidad al alcance de todos, hay que dar cobertura universal de salud y hay que desarrollar instituciones sólidas, transparentes, predecibles, independientes, justas y estables.

Ningún peruano de buena voluntad puede estar en contra de una estrategia de desarrollo, integral, inclusiva y sostenible. Quienes siembren desconfianza, quienes pretendan dividirnos y sembrar el odio entre peruanos, quienes planteen estupideces tan obvias en contra del indispensable crecimiento de la economía y el bienestar general - no son gente de buena voluntad.

Peruanos somos todos los que nacimos y vivimos en esta tierra maravillosa que no sabemos aprovechar. Nadie puede venir a aprovecharse políticamente de nuestras frustraciones para agitar ningún tipo de discriminación, para promover el resentimiento, la desconfianza y el odio. Nadie debe pasar piola si lo que promueve va directamente en contra de las recetas del éxito y de la prosperidad.

Basta de anomia, basta de que cada uno esté solo cuidando lo propio, basta de pensar que si el Perú no camina, nos podemos ir a otro país. Este es nuestro país, en ningún lugar podremos ser tan felices como en nuestra patria. No me cabe la menor duda que podemos ser exitosos, que podemos salir adelante, ni siquiera tenemos que inventar el camino, está marcadito por muchos otros países a lo largo y ancho del planeta. Solo tenemos que aplicar las recetas exitosas de desarrollo.

Patriotismo si, nacionalismo no. El patriotismo es un sentimiento positivo, es una expresión de amor. En cambio el nacionalismo es negativo, encierra sentimientos de debilidad y de inferioridad, es la sopa del mercantilismo económico y político, que tanto daño a hecho a la humanidad y a los peruanos.

Luchemos por nuestro futuro, salgamos al frente, demos la batalla – es el grito de nuestros antepasados y la esperanza de nuestros hijos.

¡Patriotismo si, nacionalismo no!

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