Sunday, February 12, 2006

Veamos el TLC con los Ojos del Futuro (12/2/06)

Diario La Primera - Perú - 12 de febrero del 2006
Por fin acabó la negociación del TLC con EEUU – ahora empieza el proceso de ratificación. Se acabó el ‘Sí o Sí’ y también se acabó el ‘Así No’, ahora es ‘Sí o No’.

La eventual ratificación del TLC por parte del Congreso de la República, marca una línea divisoria mucho más importante de lo que hasta ahora hemos discutido en vinculación al acuerdo.

Históricamente el Perú ha sido esencialmente un país aislado y apartado del resto del mundo. Así fue desde los albores de las civilizaciones pre-colombinas, hasta el ocaso del Imperio Incaico; durante la ocupación española, estábamos en los confines de la tierra; luego, durante la República, hasta 1914 en que se abre el Canal de Panamá, la geografía limitó sustancialmente nuestra capacidad de interrelación con el resto del planeta; cuando los avances tecnológicos de la navegación marítima y el transporte aéreo se consolidaron, en la segunda mitad del siglo pasado, cerramos nuestra economía bajo las banderas de la sustitución de importaciones, el desarrollo endógeno y la protección de nuestros empresarios.

Hasta el día de hoy, somos un país sustancialmente cerrado, a pesar del reciente crecimiento de las exportaciones, nuestro comercio internacional solo representa el 40% de nuestro PBI, desconfiamos sustancialmente de la inversión extranjera, buena parte de nuestros empresarios siguen siendo mercantilistas y la mayoría de nuestros políticos cree que nuestras relaciones con el exterior se explican confrontacionalmente.

La verdad es que hasta que no tengamos una mayor presencia en la economía global, seguiremos siendo pobres. Con el 0.4% de la población mundial, solo generamos el 0.2% del producto global y nuestras exportaciones apenas superan el 0.1% del total de exportaciones mundiales. Tenemos que recuperar mucho tiempo perdido, todavía no nos recuperamos de la descapitalización que produjo la reforma agraria, la hiper-inflación y el bajísimo crecimiento de la productividad de nuestra economía durante los últimos cincuenta años.

Como ya hemos dicho muchas veces, nuestro desarrollo pasa por un avance sustancial y paralelo en lo económico, lo social y lo institucional. En lo económico necesitamos tres grandes estrategias – la integración de nuestra economía al mundo global, el desarrollo de las infraestructuras internas y el acceso de los pobres a la economía de mercado.

En mi opinión el TLC con EEUU es determinante en nuestra capacidad de lograr la integración de nuestra economía al resto del mundo.

Empecemos por ver que pasaría si no ratificamos el TLC:

1. Se cortaría el crecimiento de nuestras exportaciones.
2. Perderíamos acceso preferencial al mercado más grande del mundo – el TLC da acceso al
99.9% de nuestra oferta agrícola.
3. Se perderían innumerables empleos de calidad en el sector rural, por el debilitamiento de
nuestra agro-industria y en Lima por el retroceso del sector de confecciones.
4. Nuestros agricultores tradicionales perderían los beneficios que representan el desarrollo de
las infraestructuras, los servicios y las cadenas productivas impulsadas por las agro-
exportaciones; tendrían que competir con los agricultores más modernos que en parte
tendrían que volver a enfocarse en el mercado interno; bajaría el precio de las tierras
agrícolas por una menor demanda del sector exportador; y sobre todo perderían las grandes
oportunidades que ofrece el comercio internacional para la mejora de los ingresos del sector
rural.
5. Se perdería el impulso político para desarrollar una agenda interna que promueva el
desarrollo del sector tradicional agrícola.
6. Se produciría ‘Desvío de Inversión’, puesto que por ejemplo, a nuestros confeccionistas les
resultaría más conveniente mudarse a Centroamérica para no perder el acceso al mercado
americano.
7. Debilitaríamos sustancialmente las posibilidades de negociar otros TLC con Europa y Asia –
¿Quién va a querer desarrollar una costosa negociación con un país que, primero busca
negociar un acuerdo, lo hace durante 18 meses y luego no lo ratifica?

Si no ratificamos el TLC, probablemente condenaríamos a nuestro país al aislamiento comercial y económico, incluso más allá de los EEUU, y seguramente condenaríamos a nuestra población, especialmente a los más pobres, a continuar por la conocida y aborrecida senda de la pobreza, la frustración y la migración.

¿Qué pasaría en cambio, si ratificamos el TLC?

1. Mejoraríamos sustancialmente nuestra capacidad de negociación de otros TLC con la
Comunidad Europea y con los más importantes países asiáticos.
2. Atraeríamos más y mejor inversión para acceder al mercado americano.
3. Estaríamos obligados a desarrollar una agresiva agenda interna para proteger y desarrollar
nuestros sectores tradicionales.
4. Las tierras dedicadas a las exportaciones, que están manejadas por los agricultores más
eficientes y que con el TLC serán cada día más hectáreas, ya no competirán con las tierras
de nuestros campesinos pobres que tomarán así el mercado interno. Con el TLC la demanda
por tierras para cultivos tecnificados y de exportación crecerá sustancialmente y por lo tanto
también crecerá el valor de las tierras de nuestros campesinos. La agricultura moderna
generará un arrastre, un chorreo tecnológico, se formará una oferta de servicios
complementarios competitivos que ayudará a todo el sector a ser más eficiente, se
desarrollarán infraestructuras internas y se formarán todo tipo de cadenas productivas que
incorporarán paulatinamente a gran parte del sector tradicional.
5. Crecerá el empleo de calidad en el sector rural y aumentarán sus ingresos, justamente
donde necesitamos la presencia del mundo moderno para superar la pobreza en el campo. Se
multiplicarán las oportunidades de negocios que hoy día ni alcanzamos a imaginar,
potenciándose incluso, como dice Antonio Brack Egg, los bio-negocios.
6. Consolidaríamos la integración de nuestra economía al mundo global, estableciendo un
cambio profundo en la orientación de nuestro desarrollo, nuestra capacidad de crecimiento y
especialmente en la multiplicación de oportunidades para nuestros jóvenes, que hoy están
condenados a emigrar.
7. Superaríamos largamente los resultados del APTDEA, que ha sido sin lugar a dudas el mejor
modelo – mejor que cualquier modelo econométrico, para que los peruanos podamos evaluar
objetivamente el impacto del comercio internacional en el crecimiento de la economía y en la
generación de empleo, en volumen, en calidad y en localización.

Si ratificamos el TLC, habremos roto para siempre con la maldición del aislamiento, del parroquialismo y del mercantilismo. Habremos cruzado la línea que separa la anomia, los complejos y el miedo, del optimismo, el coraje y la visión de futuro.

Los ojos del pasado y los ojos del futuro.

Con estas perspectivas, ¿Por qué hay algunos peruanos de buena voluntad, que ven el TLC con tanta angustia?

Si no logramos apartarnos del condicionamiento que nos producen las últimas décadas de fracasos y de pobreza, así como de la falta de confianza que hemos desarrollado, en nuestros líderes, en nuestras instituciones y en el futuro – es entendible que ya casi nada despierte nuestras esperanzas y nuestra ilusión en un futuro mejor.

Los peruanos tenemos que hacer un esfuerzo especial para ver el futuro, no podemos verlo con los ojos del pasado, tenemos que verlo con los ojos del futuro. Sentémonos un rato al mismo lado de la mesa, solo así podremos encontrar una visión común, solo así podremos vislumbrar el futuro que reclaman nuestros hijos, a quienes lastimosamente, hemos empujado a buscarlo afuera.

Veamos el TLC con los ojos del futuro, consolidar nuestra integración comercial al mundo global, es una de las decisiones más importante que hoy nos toca tomar.

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