¿Nos quedaremos sin riqueza nueva?
Publicado en El Comercio, Lima, 8-11-2007
El presidente García escribió sobre el 'Síndrome del perro del hortelano' para explicar cómo desperdiciamos nuestras capacidades de inversión en la explotación de los recursos naturales.
Me parece que el tema no puede estar mejor planteado. Es verdad que en el Perú se está haciendo todo lo posible por evitar la inversión minera y petrolera, se dificulta el desarrollo de los negocios forestales, y como dice el presidente hasta la acuicultura. Pero esto no es de ahora, hace casi cinco décadas que en el Perú optamos políticamente por cerrarnos al comercio internacional, a la inversión extranjera, a la explotación de nuestros ingentes y variados recursos naturales y, en general, a la economía de mercado.
Esencialmente, siempre hemos sido una economía cerrada. Hasta hace cincuenta años, la geografía global nos tenía en el confín del planeta, ante el abismo del Océano Pacifico. Cuando luego la tecnología rompió las barreras geográficas con el canal de Panamá, los trasatlánticos y la aviación comercial, optamos por cerrarnos políticamente y destruimos nuestras posibilidades de desarrollo al son del empobrecedor bailongo latinoamericano, que nos llevó a la sustitución de importaciones, a la reforma agraria, a la decisión 24 de la CAN, a reservar para el Estado los grandes proyectos mineros, la pesquería y los servicios públicos.
Los resultados fueron calamitosos. Sin el aliento a la inversión privada y la inversión productiva en nuestros recursos naturales, en las infraestructuras internas y en los servicios públicos, nos empobrecimos dramáticamente, condenamos a la sierra a la exclusión económica y social, y sembramos en nuestra población las mazamorras del resentimiento, la frustración y la pérdida de confianza en nuestro futuro como nación. Para demostrar el desastre basta notar que entre 1960 y el 2004, en 45 años, el crecimiento promedio del PBI per cápita en el Perú fue de solo 0,7%, mientras en los demás países latinoamericanos fue de 1,4%, y en los países emergentes fue de 2,7%, un verdadero papelón. Ver el magnífico libro "Perú. La oportunidad de un país diferente. Próspero, equitativo y gobernable" (Giugale et al, Banco Mundial, 2006. Capítulo 1 -La Importancia del Crecimiento para una Sociedad Próspera, Fretes-Cibils et al).
Los resultados de nuestros errores de política fueron tan dramáticos que nos ha tomado los últimos quince años el recuperarnos. Recién el año pasado recuperamos el PBI per cápita real del año 1975. Recién este año estamos creando riqueza nueva. Por favor, meditemos sobre lo que todo esto implica.
Evidentemente no podemos dejar que nadie nos empuje a cometer los mismos errores del pasado, pero hasta ahora hemos dejado prosperar el verbo y la acción de muy pocos, que no quieren aprender, o que tienen una agenda diferente, que no puede ser la de la prosperidad y el bien común, si lo que plantean es: no a la globalización, no al TLC, no a la minería. Todos sabemos quiénes son, andan juntos y cuando se les acaban los argumentos siempre dicen: "No estamos en contra, pero así no". Qué raro, no se quejan de la contaminación que esparcen los productores de cocaína, o de la de los mineros informales, o la de los alcaldes que siguen echando los desagües a los ríos con tal de evitar la inversión privada en los servicios de saneamiento; jamás han encontrado una mina que haga las cosas bien, y acá están las mejores empresas del planeta, qué raro. ¿Entonces cuál es su agenda? Obviamente es una agenda política e ideológica, que les es propicia económicamente, que les asegura un espacio de poder y de influencia en los medios y entre los incautos.
No nos dejemos engañar. En el Perú se está dando una batalla desigual, a un lado están los antis, anti-TLC, antiglobalización, antiminería, antipropiedad de los bosques, antiinversión privada, y al otro no hay nadie; gracias a Dios el presidente García está ahora ejerciendo su liderazgo para propiciar una batalla de ideas, batalla a la que no podemos quitarle el cuerpo.
Afortunadamente nuestra gente, nuestro pueblo, está en otra, ellos ya saben que su futuro depende de su propio esfuerzo, en el extremo, están dispuestos al máximo sacrificio, abandonar su patria, su terruño y su familia, para ir en pos de un lugar donde se aprecie su entrega, siempre en economías de mercado, donde ya no se discuten las cosas que todavía discutimos acá.El Perú es infinito en recursos y nuestra gente es creativa, esforzada y de fe, acerquémonos a ellos con nuestras ideas, las ideas de la construcción de un país exitoso, y tornemos su fe en una renovada confianza en las maravillosas oportunidades de desarrollo de nuestro país.
Me parece que el tema no puede estar mejor planteado. Es verdad que en el Perú se está haciendo todo lo posible por evitar la inversión minera y petrolera, se dificulta el desarrollo de los negocios forestales, y como dice el presidente hasta la acuicultura. Pero esto no es de ahora, hace casi cinco décadas que en el Perú optamos políticamente por cerrarnos al comercio internacional, a la inversión extranjera, a la explotación de nuestros ingentes y variados recursos naturales y, en general, a la economía de mercado.
Esencialmente, siempre hemos sido una economía cerrada. Hasta hace cincuenta años, la geografía global nos tenía en el confín del planeta, ante el abismo del Océano Pacifico. Cuando luego la tecnología rompió las barreras geográficas con el canal de Panamá, los trasatlánticos y la aviación comercial, optamos por cerrarnos políticamente y destruimos nuestras posibilidades de desarrollo al son del empobrecedor bailongo latinoamericano, que nos llevó a la sustitución de importaciones, a la reforma agraria, a la decisión 24 de la CAN, a reservar para el Estado los grandes proyectos mineros, la pesquería y los servicios públicos.
Los resultados fueron calamitosos. Sin el aliento a la inversión privada y la inversión productiva en nuestros recursos naturales, en las infraestructuras internas y en los servicios públicos, nos empobrecimos dramáticamente, condenamos a la sierra a la exclusión económica y social, y sembramos en nuestra población las mazamorras del resentimiento, la frustración y la pérdida de confianza en nuestro futuro como nación. Para demostrar el desastre basta notar que entre 1960 y el 2004, en 45 años, el crecimiento promedio del PBI per cápita en el Perú fue de solo 0,7%, mientras en los demás países latinoamericanos fue de 1,4%, y en los países emergentes fue de 2,7%, un verdadero papelón. Ver el magnífico libro "Perú. La oportunidad de un país diferente. Próspero, equitativo y gobernable" (Giugale et al, Banco Mundial, 2006. Capítulo 1 -La Importancia del Crecimiento para una Sociedad Próspera, Fretes-Cibils et al).
Los resultados de nuestros errores de política fueron tan dramáticos que nos ha tomado los últimos quince años el recuperarnos. Recién el año pasado recuperamos el PBI per cápita real del año 1975. Recién este año estamos creando riqueza nueva. Por favor, meditemos sobre lo que todo esto implica.
Evidentemente no podemos dejar que nadie nos empuje a cometer los mismos errores del pasado, pero hasta ahora hemos dejado prosperar el verbo y la acción de muy pocos, que no quieren aprender, o que tienen una agenda diferente, que no puede ser la de la prosperidad y el bien común, si lo que plantean es: no a la globalización, no al TLC, no a la minería. Todos sabemos quiénes son, andan juntos y cuando se les acaban los argumentos siempre dicen: "No estamos en contra, pero así no". Qué raro, no se quejan de la contaminación que esparcen los productores de cocaína, o de la de los mineros informales, o la de los alcaldes que siguen echando los desagües a los ríos con tal de evitar la inversión privada en los servicios de saneamiento; jamás han encontrado una mina que haga las cosas bien, y acá están las mejores empresas del planeta, qué raro. ¿Entonces cuál es su agenda? Obviamente es una agenda política e ideológica, que les es propicia económicamente, que les asegura un espacio de poder y de influencia en los medios y entre los incautos.
No nos dejemos engañar. En el Perú se está dando una batalla desigual, a un lado están los antis, anti-TLC, antiglobalización, antiminería, antipropiedad de los bosques, antiinversión privada, y al otro no hay nadie; gracias a Dios el presidente García está ahora ejerciendo su liderazgo para propiciar una batalla de ideas, batalla a la que no podemos quitarle el cuerpo.
Afortunadamente nuestra gente, nuestro pueblo, está en otra, ellos ya saben que su futuro depende de su propio esfuerzo, en el extremo, están dispuestos al máximo sacrificio, abandonar su patria, su terruño y su familia, para ir en pos de un lugar donde se aprecie su entrega, siempre en economías de mercado, donde ya no se discuten las cosas que todavía discutimos acá.El Perú es infinito en recursos y nuestra gente es creativa, esforzada y de fe, acerquémonos a ellos con nuestras ideas, las ideas de la construcción de un país exitoso, y tornemos su fe en una renovada confianza en las maravillosas oportunidades de desarrollo de nuestro país.
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