Compromiso Nacional por la Democracia y la Economía de Mercado (2-4-06)
Publicado en La Primera - Perú - 2 de abril del 2006
El objetivo nacional más importante y más general, en términos de su alcance e impacto, es el de eliminar la extrema pobreza. Este objetivo no es sólo un imperativo moral, no es sólo la deuda de los que tenemos más educación y recursos con los menos favorecidos – es la base de la afirmación nacional, no es posible imaginar un país próspero, si no hemos ganado la batalla contra la pobreza.
Sólo hay un camino para eliminar la extrema pobreza y ese camino es crear riqueza, es crecer alto y sostenido. Faltan 15 años para nuestro bicentenario, tres períodos de gobierno, que tienen que ser de un crecimiento de la economía de por lo menos 7% anual. No es un objetivo sencillo, pero es alcanzable, así lo han hecho muchos países.
China viene creciendo al 10% anual hace 25 años, Corea del Sur creció durante 25 años, entre 1971 y 1995, al 8%, Malasia 14 años al 8% (71-84), Tailandia 9 años al 10% (88-96), India 25 años al 6% desde 1980, Irlanda 13 años al 7% (90-2002), Polonia 9 años al 10% (93-2001), Chile 15 años al 7% (84-98) y el Perú, sí, nuestro Perú, 5 años al 7% entre 1993 y 1997.
Si crecemos 15 años al 7% anual, el PBI pasaría de 70 a 192 mil millones de dólares; asumiendo un crecimiento de la población de 1.7% anual, el PBI per cápita superaría los 5,500 dólares; y el presupuesto público, sin aumentar impuestos ni mejorar la recaudación tributaria, se multiplicaría prácticamente por tres. Éste es el ritmo de crecimiento que permitiría eliminar la pobreza extrema, hacia el 2021.
Hace tres o cuatro años, cuando hablaba de crecer al 7% me miraban como si fuera un iluso, hoy, prácticamente todos los partidos que postulan a la presidencia de la república, hablan de crecer al 7% anual, incluso los más extremistas. Pero la pregunta clave es - ¿Cómo se hace?
Aquí lamentablemente termina el consenso - le guste o no, a nuestras izquierdas, le guste o no, a los humalistas, solo se puede crecer alto y sostenido, generando confianza e invirtiendo anualmente, por lo menos el 25% del PBI, inversión que necesariamente tiene que darse, fundamentalmente, por parte del sector privado nacional y extranjero. La confianza que se necesita para promover la inversión, es la misma confianza que necesitan nuestros jóvenes, para apostar por el Perú, para no seguir emigrando al extranjero, en búsqueda de una vida digna.
La creación de confianza exige propuestas de gobierno sensatas, exige estabilidad de las reglas de juego, exige respeto a la propiedad y a los contratos, implica predictibilidad y transparencia en la cosa pública, requiere de una verdadera lucha contra la corrupción y un sistema judicial solvente moral y administrativamente.
A estas alturas de la campaña electoral, ya todos sabemos quienes apuestan por generar confianza y quienes se aprovechan de la entendible frustración de una buena parte de nuestra población, para exacerbar el resentimiento y el odio. Ya sabemos quienes elaboran propuestas de desarrollo y de solución a los problemas de pobreza y desempleo y quienes juegan con las palabras para ofrecer ilusiones preñadas de fracaso, como rechazar el TLC, nacionalizar los sectores estratégicos, entregarle Camisea a Petroperú, cuestionar todos los contratos y convocar a una asamblea constituyente que le permita al gobierno usar los fondos públicos y privados para recrear el estado macrocefálico, abusivo, ineficiente, corrupto y empobrecedor del velasquismo.
Si analizamos la presente campaña electoral con un poco de tranquilidad, podemos comprobar que si bien nos confronta con un inmenso riesgo de descalabro para la democracia y la economía de mercado, también nos pone por delante una gran oportunidad para repensar el Perú, para comprometer la acción política hacia la defensa de la democracia y el mercado, para entender que el desarrollo tiene que ser inclusivo, para entender que los próximos 5 años de gobierno, tienen que ser un período de cambio profundo, de cambio estructural, que permita que arranquemos los motores del crecimiento, el mejoramiento de la educación y la salud y la construcción de instituciones sólidas, transparentes y predecibles – pero sobre todo, que nos comprometamos con traer a nuestros pobres a la economía de mercado, hacer que se sientan el objeto del crecimiento y lograr que nuestros jóvenes renueven su confianza en el Perú.
Pero no basta con decir que se quiere crecer al 7% anual y que hay que invertir el 25% del producto, hay que decir que debemos hacer para lograr ese nivel de inversión y cuales deben ser las líneas de acción para que el crecimiento sea envolvente e inclusivo.
En mi opinión debemos buscar un desarrollo paralelo de lo económico, lo social y lo institucional. En lo económico, insertando la economía peruana al mundo global, TLC con EEUU, Europa y los principales países asiáticos; desarrollando las infraestructuras internas; y buscando el acceso de los pobres a la economía de mercado, al procurar el aumento de productividad de los oficios tradicionales y entender que el desarrollo del Perú pasa por el de nuestras sierras. En lo social, haciendo una verdadera revolución educativa, rescatando la educación pública de su secuestro por el Sutep; dando cobertura universal de salud infantil; y formando un Fondo para el Impulso Social de 5,000 millones de dólares para aparejar el desarrollo social con el económico y reforzar la acción del estado – éste fondo debiera generarse de un renovado proceso de privatizaciones y concesiones. En lo institucional, estableciendo el imperio de la ley; defendiendo la propiedad; y estabilizando las reglas de juego.
Resumiendo, se puede decir que es mucho lo que está en juego en el actual proceso electoral, y por lo tanto es el momento de superar las diferencias programáticas y de estrategia electoral, y de darle al país un mensaje claro de entendimiento entre los partidos políticos sensatos y responsables, marcando una línea clara entre la defensa de la democracia y la economía de mercado y la insensatez del nacionalismo humalista. Estoy seguro que la gran mayoría de los ciudadanos, reclamamos un Compromiso Nacional por la Democracia y la Economía de Mercado.
Yo me quiero imaginar, por ejemplo, un gobierno de Lourdes Flores con un gabinete de independientes, presidido por Jorge del Castillo; que tenga por misión el gran cambio que reclama el país - poner en acción una revolución productiva, promoviendo las exportaciones, cerrando la brecha de infraestructuras y llevando a nuestros pobres hacia la modernidad y el bienestar que les daría su incorporación a la economía de mercado. - Afirmando la democracia y el mercado como los pilares fundamentales para nuestro desarrollo. - Promoviendo una cultura de paz e integración entre los peruanos y - emprendiendo el camino de nuestra superación, hacia un bicentenario en el que habremos derrotado para siempre la extrema pobreza. Me imagino un gobierno que no solo sepa continuar con los proyectos exitosos del gobierno anterior, sino que además sepa recoger de sus contendores, las propuestas más valiosas y la gente mejor preparada para hacer un gobierno de transformación nacional.
Este es un momento para la grandeza, el coraje y la humildad de los hombres y mujeres de nuestra patria.
Patriotismo Sí - Nacionalismo No.
El objetivo nacional más importante y más general, en términos de su alcance e impacto, es el de eliminar la extrema pobreza. Este objetivo no es sólo un imperativo moral, no es sólo la deuda de los que tenemos más educación y recursos con los menos favorecidos – es la base de la afirmación nacional, no es posible imaginar un país próspero, si no hemos ganado la batalla contra la pobreza.
Sólo hay un camino para eliminar la extrema pobreza y ese camino es crear riqueza, es crecer alto y sostenido. Faltan 15 años para nuestro bicentenario, tres períodos de gobierno, que tienen que ser de un crecimiento de la economía de por lo menos 7% anual. No es un objetivo sencillo, pero es alcanzable, así lo han hecho muchos países.
China viene creciendo al 10% anual hace 25 años, Corea del Sur creció durante 25 años, entre 1971 y 1995, al 8%, Malasia 14 años al 8% (71-84), Tailandia 9 años al 10% (88-96), India 25 años al 6% desde 1980, Irlanda 13 años al 7% (90-2002), Polonia 9 años al 10% (93-2001), Chile 15 años al 7% (84-98) y el Perú, sí, nuestro Perú, 5 años al 7% entre 1993 y 1997.
Si crecemos 15 años al 7% anual, el PBI pasaría de 70 a 192 mil millones de dólares; asumiendo un crecimiento de la población de 1.7% anual, el PBI per cápita superaría los 5,500 dólares; y el presupuesto público, sin aumentar impuestos ni mejorar la recaudación tributaria, se multiplicaría prácticamente por tres. Éste es el ritmo de crecimiento que permitiría eliminar la pobreza extrema, hacia el 2021.
Hace tres o cuatro años, cuando hablaba de crecer al 7% me miraban como si fuera un iluso, hoy, prácticamente todos los partidos que postulan a la presidencia de la república, hablan de crecer al 7% anual, incluso los más extremistas. Pero la pregunta clave es - ¿Cómo se hace?
Aquí lamentablemente termina el consenso - le guste o no, a nuestras izquierdas, le guste o no, a los humalistas, solo se puede crecer alto y sostenido, generando confianza e invirtiendo anualmente, por lo menos el 25% del PBI, inversión que necesariamente tiene que darse, fundamentalmente, por parte del sector privado nacional y extranjero. La confianza que se necesita para promover la inversión, es la misma confianza que necesitan nuestros jóvenes, para apostar por el Perú, para no seguir emigrando al extranjero, en búsqueda de una vida digna.
La creación de confianza exige propuestas de gobierno sensatas, exige estabilidad de las reglas de juego, exige respeto a la propiedad y a los contratos, implica predictibilidad y transparencia en la cosa pública, requiere de una verdadera lucha contra la corrupción y un sistema judicial solvente moral y administrativamente.
A estas alturas de la campaña electoral, ya todos sabemos quienes apuestan por generar confianza y quienes se aprovechan de la entendible frustración de una buena parte de nuestra población, para exacerbar el resentimiento y el odio. Ya sabemos quienes elaboran propuestas de desarrollo y de solución a los problemas de pobreza y desempleo y quienes juegan con las palabras para ofrecer ilusiones preñadas de fracaso, como rechazar el TLC, nacionalizar los sectores estratégicos, entregarle Camisea a Petroperú, cuestionar todos los contratos y convocar a una asamblea constituyente que le permita al gobierno usar los fondos públicos y privados para recrear el estado macrocefálico, abusivo, ineficiente, corrupto y empobrecedor del velasquismo.
Si analizamos la presente campaña electoral con un poco de tranquilidad, podemos comprobar que si bien nos confronta con un inmenso riesgo de descalabro para la democracia y la economía de mercado, también nos pone por delante una gran oportunidad para repensar el Perú, para comprometer la acción política hacia la defensa de la democracia y el mercado, para entender que el desarrollo tiene que ser inclusivo, para entender que los próximos 5 años de gobierno, tienen que ser un período de cambio profundo, de cambio estructural, que permita que arranquemos los motores del crecimiento, el mejoramiento de la educación y la salud y la construcción de instituciones sólidas, transparentes y predecibles – pero sobre todo, que nos comprometamos con traer a nuestros pobres a la economía de mercado, hacer que se sientan el objeto del crecimiento y lograr que nuestros jóvenes renueven su confianza en el Perú.
Pero no basta con decir que se quiere crecer al 7% anual y que hay que invertir el 25% del producto, hay que decir que debemos hacer para lograr ese nivel de inversión y cuales deben ser las líneas de acción para que el crecimiento sea envolvente e inclusivo.
En mi opinión debemos buscar un desarrollo paralelo de lo económico, lo social y lo institucional. En lo económico, insertando la economía peruana al mundo global, TLC con EEUU, Europa y los principales países asiáticos; desarrollando las infraestructuras internas; y buscando el acceso de los pobres a la economía de mercado, al procurar el aumento de productividad de los oficios tradicionales y entender que el desarrollo del Perú pasa por el de nuestras sierras. En lo social, haciendo una verdadera revolución educativa, rescatando la educación pública de su secuestro por el Sutep; dando cobertura universal de salud infantil; y formando un Fondo para el Impulso Social de 5,000 millones de dólares para aparejar el desarrollo social con el económico y reforzar la acción del estado – éste fondo debiera generarse de un renovado proceso de privatizaciones y concesiones. En lo institucional, estableciendo el imperio de la ley; defendiendo la propiedad; y estabilizando las reglas de juego.
Resumiendo, se puede decir que es mucho lo que está en juego en el actual proceso electoral, y por lo tanto es el momento de superar las diferencias programáticas y de estrategia electoral, y de darle al país un mensaje claro de entendimiento entre los partidos políticos sensatos y responsables, marcando una línea clara entre la defensa de la democracia y la economía de mercado y la insensatez del nacionalismo humalista. Estoy seguro que la gran mayoría de los ciudadanos, reclamamos un Compromiso Nacional por la Democracia y la Economía de Mercado.
Yo me quiero imaginar, por ejemplo, un gobierno de Lourdes Flores con un gabinete de independientes, presidido por Jorge del Castillo; que tenga por misión el gran cambio que reclama el país - poner en acción una revolución productiva, promoviendo las exportaciones, cerrando la brecha de infraestructuras y llevando a nuestros pobres hacia la modernidad y el bienestar que les daría su incorporación a la economía de mercado. - Afirmando la democracia y el mercado como los pilares fundamentales para nuestro desarrollo. - Promoviendo una cultura de paz e integración entre los peruanos y - emprendiendo el camino de nuestra superación, hacia un bicentenario en el que habremos derrotado para siempre la extrema pobreza. Me imagino un gobierno que no solo sepa continuar con los proyectos exitosos del gobierno anterior, sino que además sepa recoger de sus contendores, las propuestas más valiosas y la gente mejor preparada para hacer un gobierno de transformación nacional.
Este es un momento para la grandeza, el coraje y la humildad de los hombres y mujeres de nuestra patria.
Patriotismo Sí - Nacionalismo No.
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