Alianzas Electorales, Gobernabilidad o Transformación
Publicado en La Primera - Perú - 16 de abril del 2006
Después de las elecciones, todos hemos escuchado a los líderes de los partidos políticos plantear la necesidad de conversar, de concertar y/o de pactar con otras agrupaciones políticas, pero unos están hablando de arreglos electorales para la segunda vuelta y otros de alianzas o entendimientos congresales, para asegurar la gobernabilidad, habida cuenta de la composición del congreso.
En mi humilde opinión, esta es una de los típicas agendas erradas de la clase política peruana, pactar para llegar al poder o preservarse en el, ambos propósitos son ajenos al interés ciudadano, quienes más bien esperan un gobierno que resuelva sus problemas.
Antes de las elecciones ya habían algunos temas que estaban completamente claros, como que estamos atravesando una profunda crisis de confianza – los ciudadanos no creen en sus líderes ni en las instituciones de gobierno, la política esta completamente desacreditada, la democracia venida a menos y la confianza en el futuro demolida, basta ver como el 87% de nuestros jóvenes piensa en la posibilidad de emigrar.
Más allá de la irrupción del humalismo, el país esta jugando con fuego. A pesar del reciente crecimiento de la economía y gracias a este, del inicio de la reducción de la extrema pobreza, la sensación de bienestar de los peruanos deja mucho que desear. El nivel de tolerancia de los ciudadanos es cada vez menor y la ausencia del estado cada vez mayor.
Así es pues el escenario en el que se han realizado las elecciones y a mi manera de ver, la sentencia popular no esta planteada en términos de los arreglos y componendas que deba realizar la clase política, sino que es un fuerte cuestionamiento a la misma, ni siquiera le otorga la primera minoría congresal a alguno de los partidos más tradicionales, sin lugar a dudas, el voto ciudadano también es un rechazo a las propuestas radicales, pero además, y fundamentalmente, es un grito de cambio y de transformación de nuestra realidad.
Por lo tanto la reacción de los políticos responsables tiene que ser en primer lugar, una de humildad, y en segundo lugar, una de apertura, para buscar la unión de los peruanos con miras a iniciar una profunda transformación nacional.
El Perú no puede esperar cinco años más para emprender el camino del desarrollo y del bienestar general, desarrollo que tenemos que entender como uno que de espacio para el progreso de las grandes mayorías. Quien sabe si una de las grandes contribuciones, de las recientes elecciones, ha sido poner en el debate nacional el tema de la exclusión, hoy día todos debemos ser concientes que no es posible alcanzar el desarrollo sin pasar por el desarrollo de nuestra sierra, si no logramos que nuestros pobres accedan a la modernidad a través de la economía de mercado.
El pacto por la Transformación Nacional
Como digo mas arriba, ya es hora de emprender el desarrollo, y para eso es fundamental que los políticos responsables asuman el compromiso de postergar sus aspiraciones de poder en aras de establecer un gran pacto nacional, principalmente entre Unidad Nacional y el APRA.
Dicho pacto por la transformación nacional, debiera basarse en las siguientes premisas:
1. ¿Somos Libres?
Como dice Fernando Savater, la libertad tiene dos caras, la libertad política y la libertad económica. Los peruanos gozamos de la libertad política a través de nuestra insipiente democracia, pero no tenemos libertad económica, porque no hemos logrado que el grueso de nuestra población pueda gozar de los beneficios de la tecnología moderna, de los beneficios que la humanidad ha puesto al alcance de 2,000 millones de seres a lo largo y ancho del planeta, porque los peruanos seguimos siendo pobres. ¿No es hora de liberarnos del yugo de la pobreza y de cantar con la verdad – Somos Libres?
2. La Democracia y la Economía de Mercado son los dos grandes pilares sobre los que debemos construir nuestra prosperidad
La democracia y la economía de mercado no son solo la expresión de la auténtica libertad, son también el camino del bienestar general. Así como la democracia no tiene por que ser sinónimo de debilidad, la economía de mercado no implica la ausencia del estado. Una verdadera democracia debe basarse en el imperio de la ley y la economía de mercado en la existencia de un estado fuerte y sólido que regule los mercados con eficiencia para el corto y largo plazos y que promueva una economía productiva y creadora de riqueza.
3. Solo es posible el avance social mediante el crecimiento económico
El desarrollo tiene que ser necesariamente entendido como un proceso integral de mejora en lo económico, lo social y lo institucional. Solo puede darse como el desarrollo de una vía férrea, un riel es el desarrollo económico, el otro el social y los durmientes el institucional, en los que como ambos rieles, tienen que asentarse el avance económico y el avance social.
4. El crecimiento económico se basa en la inversión y la inversión se basa en la
confianza
Nuestro crecimiento económico es insuficiente porque nuestro nivel de inversión es muy bajo. El Perú debería crecer sostenidamente por los próximos 15 años, hasta el año del bicentenario, a un ritmo mínimo de 7% anual. Para lograr ese nivel de crecimiento tendríamos que invertir como mínimo el 25% del producto – 6 mil millones de dólares adicionales al nivel actual de inversión, todos los años.
Algo absolutamente fundamental es entender que la confianza que requieren los inversionistas es la misma confianza que requieren nuestros jóvenes para quedarse en el Perú – viabilidad, predictibilidad y justicia.
5. Si el desarrollo no es inclusivo, no es sostenible
El Perú no puede seguir de espaldas a la sierra y manteniendo al 20% de nuestra población en extrema pobreza. La sustitución de importaciones, la tramposa protección de la producción nacional, instauro un modelo de exclusión del que hasta ahora padecemos.
Tenemos que promover la inversión privada productiva de los sectores modernos de la economía, sin discriminación entre los nacionales y los extranjeros, porque la inversión pública tiene otras prioridades, pero el estado no puede ser pasivo en cuanto a la promoción del acceso de los pobres a la economía de mercado. Para lograrlo hay que buscar el aumento de la productividad de los oficios tradicionales a través del acceso al crédito, de la titulación, de la capacitación técnica y societaria, del desarrollo de mercados, de la inversión en las infraestructuras internas, de la formación de cadenas productivas y de la simplificación administrativa y tributaria.
El Perú es efectivamente un país lleno de oportunidades, lo avanzado durante los últimos años y el ambiente internacional permiten que emprendamos una revolución productiva, un sustancial avance social y la afirmación de instituciones sólidas, el lograrlo, depende hoy exclusivamente de la sabiduría y la ponderación de nuestros principales líderes políticos, que tienen una última oportunidad de estar a la altura del reclamo de los prohombres de nuestra historia: Un Perú Libre y Grande para todos los peruanos.
Después de las elecciones, todos hemos escuchado a los líderes de los partidos políticos plantear la necesidad de conversar, de concertar y/o de pactar con otras agrupaciones políticas, pero unos están hablando de arreglos electorales para la segunda vuelta y otros de alianzas o entendimientos congresales, para asegurar la gobernabilidad, habida cuenta de la composición del congreso.
En mi humilde opinión, esta es una de los típicas agendas erradas de la clase política peruana, pactar para llegar al poder o preservarse en el, ambos propósitos son ajenos al interés ciudadano, quienes más bien esperan un gobierno que resuelva sus problemas.
Antes de las elecciones ya habían algunos temas que estaban completamente claros, como que estamos atravesando una profunda crisis de confianza – los ciudadanos no creen en sus líderes ni en las instituciones de gobierno, la política esta completamente desacreditada, la democracia venida a menos y la confianza en el futuro demolida, basta ver como el 87% de nuestros jóvenes piensa en la posibilidad de emigrar.
Más allá de la irrupción del humalismo, el país esta jugando con fuego. A pesar del reciente crecimiento de la economía y gracias a este, del inicio de la reducción de la extrema pobreza, la sensación de bienestar de los peruanos deja mucho que desear. El nivel de tolerancia de los ciudadanos es cada vez menor y la ausencia del estado cada vez mayor.
Así es pues el escenario en el que se han realizado las elecciones y a mi manera de ver, la sentencia popular no esta planteada en términos de los arreglos y componendas que deba realizar la clase política, sino que es un fuerte cuestionamiento a la misma, ni siquiera le otorga la primera minoría congresal a alguno de los partidos más tradicionales, sin lugar a dudas, el voto ciudadano también es un rechazo a las propuestas radicales, pero además, y fundamentalmente, es un grito de cambio y de transformación de nuestra realidad.
Por lo tanto la reacción de los políticos responsables tiene que ser en primer lugar, una de humildad, y en segundo lugar, una de apertura, para buscar la unión de los peruanos con miras a iniciar una profunda transformación nacional.
El Perú no puede esperar cinco años más para emprender el camino del desarrollo y del bienestar general, desarrollo que tenemos que entender como uno que de espacio para el progreso de las grandes mayorías. Quien sabe si una de las grandes contribuciones, de las recientes elecciones, ha sido poner en el debate nacional el tema de la exclusión, hoy día todos debemos ser concientes que no es posible alcanzar el desarrollo sin pasar por el desarrollo de nuestra sierra, si no logramos que nuestros pobres accedan a la modernidad a través de la economía de mercado.
El pacto por la Transformación Nacional
Como digo mas arriba, ya es hora de emprender el desarrollo, y para eso es fundamental que los políticos responsables asuman el compromiso de postergar sus aspiraciones de poder en aras de establecer un gran pacto nacional, principalmente entre Unidad Nacional y el APRA.
Dicho pacto por la transformación nacional, debiera basarse en las siguientes premisas:
1. ¿Somos Libres?
Como dice Fernando Savater, la libertad tiene dos caras, la libertad política y la libertad económica. Los peruanos gozamos de la libertad política a través de nuestra insipiente democracia, pero no tenemos libertad económica, porque no hemos logrado que el grueso de nuestra población pueda gozar de los beneficios de la tecnología moderna, de los beneficios que la humanidad ha puesto al alcance de 2,000 millones de seres a lo largo y ancho del planeta, porque los peruanos seguimos siendo pobres. ¿No es hora de liberarnos del yugo de la pobreza y de cantar con la verdad – Somos Libres?
2. La Democracia y la Economía de Mercado son los dos grandes pilares sobre los que debemos construir nuestra prosperidad
La democracia y la economía de mercado no son solo la expresión de la auténtica libertad, son también el camino del bienestar general. Así como la democracia no tiene por que ser sinónimo de debilidad, la economía de mercado no implica la ausencia del estado. Una verdadera democracia debe basarse en el imperio de la ley y la economía de mercado en la existencia de un estado fuerte y sólido que regule los mercados con eficiencia para el corto y largo plazos y que promueva una economía productiva y creadora de riqueza.
3. Solo es posible el avance social mediante el crecimiento económico
El desarrollo tiene que ser necesariamente entendido como un proceso integral de mejora en lo económico, lo social y lo institucional. Solo puede darse como el desarrollo de una vía férrea, un riel es el desarrollo económico, el otro el social y los durmientes el institucional, en los que como ambos rieles, tienen que asentarse el avance económico y el avance social.
4. El crecimiento económico se basa en la inversión y la inversión se basa en la
confianza
Nuestro crecimiento económico es insuficiente porque nuestro nivel de inversión es muy bajo. El Perú debería crecer sostenidamente por los próximos 15 años, hasta el año del bicentenario, a un ritmo mínimo de 7% anual. Para lograr ese nivel de crecimiento tendríamos que invertir como mínimo el 25% del producto – 6 mil millones de dólares adicionales al nivel actual de inversión, todos los años.
Algo absolutamente fundamental es entender que la confianza que requieren los inversionistas es la misma confianza que requieren nuestros jóvenes para quedarse en el Perú – viabilidad, predictibilidad y justicia.
5. Si el desarrollo no es inclusivo, no es sostenible
El Perú no puede seguir de espaldas a la sierra y manteniendo al 20% de nuestra población en extrema pobreza. La sustitución de importaciones, la tramposa protección de la producción nacional, instauro un modelo de exclusión del que hasta ahora padecemos.
Tenemos que promover la inversión privada productiva de los sectores modernos de la economía, sin discriminación entre los nacionales y los extranjeros, porque la inversión pública tiene otras prioridades, pero el estado no puede ser pasivo en cuanto a la promoción del acceso de los pobres a la economía de mercado. Para lograrlo hay que buscar el aumento de la productividad de los oficios tradicionales a través del acceso al crédito, de la titulación, de la capacitación técnica y societaria, del desarrollo de mercados, de la inversión en las infraestructuras internas, de la formación de cadenas productivas y de la simplificación administrativa y tributaria.
El Perú es efectivamente un país lleno de oportunidades, lo avanzado durante los últimos años y el ambiente internacional permiten que emprendamos una revolución productiva, un sustancial avance social y la afirmación de instituciones sólidas, el lograrlo, depende hoy exclusivamente de la sabiduría y la ponderación de nuestros principales líderes políticos, que tienen una última oportunidad de estar a la altura del reclamo de los prohombres de nuestra historia: Un Perú Libre y Grande para todos los peruanos.
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