Saturday, November 18, 2006

Nuestra batalla por el TLC

Publicado en El Comercio, Lima, 16 de noviembre del 2006

La ampliación de los mercados de los productos agrícolas peruanos está produciendo una revolución invisible. A lo largo y ancho del Perú, los agricultores peruanos, especialmente los pequeños, se esperanzan, se movilizan, se preparan, se asocian para producir y vender los productos demandados por los mercados externos.

Hasta hace muy poco solo les quedaba resignarse a seguir produciendo para los pobres consumidores peruanos, sin inversión, sin tecnología y sujetos a los vaivenes de precios de un mercado cerrado.

La revolución silenciosa se inició con el APTA, luego fue el APTDEA y las concesiones arancelarias europeas; mañana será el TLC con EE.UU., ojalá también con la Unión Europea, las interoceánicas, el programa costa-sierra y la Sierra Exportadora.

Después de cuarenta años de exclusión, en que el agro peruano, y en general, las regiones del Perú estuvieron abandonadas a su suerte, sin inversión, sin transferencia de tecnología, sin la presencia de recursos humanos capacitados, y sin acceso a mercados ampliados y a las infraestructuras del mundo moderno, durante los últimos quince años se ha ido desarrollando una gran transformación.

Por un lado está el impacto de la minería moderna, que ha aportado inversión productiva, infraestructuras, recursos tributarios para los pueblos del interior y programas de desarrollo social y de extensión productiva. Por otro lado, detrás de la apertura de los mercados externos, está el regreso de la inversión al campo, que ya ha generado más de 1.400 millones de dólares anuales de exportaciones agrícolas y ha movilizado más de un millón de empleos.

A diferencia de lo planteado por la gente que cree que el TLC es solo para el 2% de las empresas peruanas, o de los que auguran la destrucción de la agricultura peruana por la apertura; es que la ampliación de los mercados ha despertado prácticamente al conjunto de nuestros agricultores, allí donde se concentra la mayor pobreza, hacia un proceso imparable de inclusión y de acceso a los mercados globales. Prácticamente no hay valle en el Perú, costero o interandino, donde no se esté produciendo el inicio de una verdadera revolución, y esto lo puede comprobar cualquiera que visite nuestro sector rural.

La gran batalla por el TLC

Hace 140 años, el 2 de mayo de 1866, sellamos la independencia política del Perú. En esa famosa batalla los peruanos pusimos todo para ganarla, hasta la vida.

Sin que nos hayamos dado cuenta, en este mes de noviembre, deberemos dar la gran batalla por la independencia económica del Perú.

No habrá desarrollo inclusivo en el Perú si no pasa por el desarrollo de la sierra, si no pasa por el desarrollo de nuestro sector agrícola. Sin acceso a los mercados externos nuestros agricultores estarán condenados a seguir produciendo para los empobrecidos consumidores peruanos. Si el TLC no se aprueba este mes, es posible que nunca llegue a salir y la ampliación del ATPDEA, será solo un paliativo temporal. Lo que es más, si Colombia y el Perú no logran consolidar el TLC con EE.UU., es también probable que se diluya la posibilidad de lograr un TLC con la Comunidad Europea.

La verdad es que el TLC es fundamentalmente para el sector agrícola. Los otros sectores, como el de confecciones tendrán con el TLC avenidas de crecimiento y consolidación, pero el único sector de nuestra economía que puede atravesar una verdadera transformación cualitativa es nuestro sector agrícola.

Incorporar a nuestros campesinos a los mercados del mundo es la única oportunidad de darles un camino al bienestar.

Sí, el TLC es para el sector agrícola, es para muchos, es un hito en la orientación de la economía peruana, hacia la inserción de nuestros pobres en las estructuras productivas del mundo global --su única posibilidad de abandonar la pobreza.

¿Qué mejor desarrollo laboral puede haber que incorporar a nuestros campesinos excluidos al mundo moderno? No nos dejemos amedrentar con los fariseos argumentos de los que no creen en el libre comercio.

La batalla por la ratificación del TLC en noviembre del 2006, la tenemos que dar con todo, tiene que ser el plan A, B y C. No nos quedemos, no es momento para cubrirse, es momento para seguir el ejemplo de José Gálvez.