Saturday, March 31, 2007

Qué es inclusión

Publicado en El Comercio, Lima, 30 de marzo del 2007

Políticos e intelectuales se refieren a la inclusión como ‘Inclusión Social’, y académicos como ‘Cohesión Social’ o ‘Integración Social’. Julio Cotler[1] postula “la integración social como un proyecto destinado a crear las condiciones institucionales necesarias para promover la igualdad de derechos y oportunidades, particularmente de aquellas capas sociales reprimidas o impedidas de acceder a los recursos colectivos”.
Según Fretes-Cibils et al[2], “La pobreza en el Perú se explica por una baja tasa de crecimiento económico promedio durante considerable tiempo. Entre 1960 y 2004 el PBI per cápita se incrementó marginalmente en 0.7% al año, muy por debajo del promedio de 2.7% de los países en vías de desarrollo en ese mismo periodo, y la mitad del crecimiento promedio de los países latinoamericanos.”
“En los últimos 45 años, la productividad total de factores contribuyó casi nada al crecimiento: fue del orden de 0.1% del PBI al año desde 1960. (Corea del Sur = 2.1, Taiwán = 3.3, Chile y España = 1.9). Estas diferencias explican buena parte del sub-desempeño de la economía peruana.”
“No hay sustituto para el crecimiento económico. En países como el Perú, relativamente más pobres pero no tan desiguales, el crecimiento económico por sí solo rendiría el mayor dividendo en cuanto a la reducción de la pobreza incluso si la distribución del ingreso permanece igual. En esta etapa de su desarrollo el Perú debiera concentrarse fundamentalmente en promover un crecimiento económico acelerado como la mejor estrategia para generar una prosperidad de amplia base”.
Las definiciones anteriores parecen expresar visiones excluyentes entre lo ‘social’ y lo ‘económico’, no es así en este caso, pero por décadas hemos caído en ‘el gran pecado de las naciones’, según Dante: ‘la confusión de ideas’. Esta viene de no entender que el desarrollo no es solo social, o solo económico; es un proceso integral que comprende lo económico, lo social y lo institucional.
Sobre esta base, y con el permiso de Cotler, propongo ampliar su definición:
“La inclusión está destinada a crear las condiciones económicas, sociales, e institucionales necesarias para promover el acceso de todos los ciudadanos a la democracia y la economía de mercado, fomentando igualdad de derechos y multiplicación de oportunidades, especialmente para los pobres”.
La globalización es una gran oportunidad para la superación de la pobreza, la clave está en lograr que nuestros pobres accedan a ella, aumentando su productividad. Para ello es necesario que accedan a: mercados globales, infraestructuras modernas, crédito, titulación, capacitación, tecnología y asociatividad; además de una buena educación, salud, programas sociales efectivos, protección de la ley, y defensa de su propiedad.
Esto se expresa en una visión integral de desarrollo que busque, en lo económico: integración de nuestra economía al mundo global, desarrollo de infraestructuras, y acceso de los pobres a la economía de mercado; en lo social: revolución educativa, superación de la desnutrición infantil, y efectividad de los programas sociales; y en lo institucional: imperio de la ley (reforma del sistema judicial), defensa de la propiedad y estabilidad de las reglas de juego.
En conclusión, para lograr la inclusión, debemos crecer alto y sostenidamente, con una visión integral de desarrollo, buscando que todas nuestras políticas se orienten a que nuestros pobres accedan a la economía de mercado, amparados por una democracia eficiente y honesta.

[1] La Cohesión Social en la agenda de América Latina y la Unión Europea – Julio Cotler
[2] Perú – La oportunidad de un país diferente, Giugale et al, Banco Mundial, 2006 – Capítulo 1 - La Importancia del Crecimiento para una Sociedad Próspera, Fretes-Cibils et al

Thursday, March 15, 2007

Conjunción Estelar para la Economía

Publicado en El Comercio, Lima 3 de marzo del 2007

El crecimiento económico nos ha sido esquivo por décadas. Desde 1960 al 2004, este promedió 0.7% anual, el de Latinoamérica 1.4 y el de los países emergentes 2.7.[1]
Hoy crecemos al 8% anual sin desbalances que amenacen su sostenibilidad, ¿?
Hay varios procesos que, cual conjunción estelar, se han dado durante las últimas décadas, para explicar este buen momento: apertura del comercio mundial; aumento de los flujos de inversión extranjera directa hacia los países emergentes; cambio de la estructura del comercio mundial de alimentos que pasó de tener 80% de productos básicos en los 80, a 67% de productos de alto valor como nuestras frutas y hortalizas; crecimiento de las economías emergentes, liderados por China, que hoy representan el 50% de la economía mundial; cambio de los precios relativos de los commodities o términos de intercambio, de minerales y de alimentos; y dentro del Perú, las reformas de los 90.
Estas reformas han permitido abrir nuestra economía; promover la inversión moderna en minería, energía y comunicaciones; el desarrollo de la agroindustria y la recuperación de buena parte de las azucareras; y la reconversión de la industria a una de creciente competitividad.
Sin las reformas del primer lustro de los 90, no podríamos cosechar los frutos de nuestra creciente y diversificada oferta exportadora, ni de los precios de los metales. Luego, el gobierno de Toledo, a pesar del ruido político, afirmó nuestra integración a la economía global y la adhesión a las reglas de la economía de mercado; reglas y objetivos abrazados también por el nuevo gobierno, que esperemos siga entendiendo al nuevo Perú, en su nuevo entorno.
Falta mucho, pero hoy tenemos excedentes de divisas, de recursos tributarios, y reducimos el peso de la deuda pública – este es el momento del despegue de la economía peruana, que está mandada a ser, para tener éxito en el mundo de hoy.
En resumen se puede decir, que durante los últimos 20 años de globalización, el mundo ha cambiado a nuestro favor, y la economía peruana se ha hecho más grande y diversificada, tan solo habiendo rascado su potencial desarrollo.
Nuestro gran reto sigue siendo como mantener el actual ritmo de crecimiento durante los próximos 15 años, creando una economía cada vez más inclusiva.
Como he planteado muchas veces, este gran objetivo requiere una visión integral del desarrollo: en lo económico: integración de nuestra economía al mundo global, desarrollo de infraestructuras, y acceso de los pobres a la economía de mercado (aumentando la productividad de los oficios tradicionales); en lo social: revolución educativa, superación de la desnutrición infantil, y racionalización de los programas sociales – junto con un ‘Fondo de Impulso Social’, producto de privatizaciones y concesiones; y en lo institucional: imperio de la ley (la reforma del sistema judicial), defensa de la propiedad y estabilidad de las reglas de juego.
En lo productivo, para superar la pobreza y aprovechar las oportunidades del entorno económico mundial, debemos promover un verdadero shock de inversiones en las regiones, en dos grandes líneas: agro-forestaría-ganadería y minería. La primera trae generación de empleo para los pobres, produciendo para los consumidores ricos del globo, y adquiriendo tecnologías modernas; y la segunda trae divisas, infraestructuras y tributos; y ambas, encadenamientos muy favorables.
Ahora debemos regresar con entusiasmo a explotar racionalmente nuestros recursos naturales, abandonados por la reforma agraria, la decisión 24 de la CAN, y la sustitución de importaciones - que crearon pobreza y exclusión por 40 años.Se viene un ciclo largo favorable al Perú, no perdamos ni un minuto.
[1] "Perú. La oportunidad de un país diferente, próspero, equitativo y gobernable", Giugale et. al, Banco Mundial, 2006

No hay inclusión sin educación

Publicado en El Comercio, Lima 12 de enero del 2007

En el mundo de hoy, donde el avance tecnológico crece exponencialmente, no habrá inclusión sin buena educación, y condenaremos a nuestros hijos a la mayor exclusión de la historia de la humanidad.

Los diagnósticos sobre la educación peruana están claros, lo que falta es valor político para tomar decisiones. No es posible mejorar la educación en cinco años, pero si iniciar el camino de su superación.

Siempre hemos tenido planes, hoy tenemos el Proyecto Educativo Nacional (PEN), que ha sido adoptado por el gobierno como política de estado, en buena hora, pero el problema es nuestra incapacidad para convertirlos en realidades.

La educación pública está en una trampa, por un lado adolece de todos los males de la Administración Pública, y por otro ha sido secuestrada por un sindicato monopólico de inspiración maoísta. No es posible lograr la implantación efectiva del PEN sin enfrentar estos condicionantes.

Este es el momento de iniciar una verdadera revolución educativa, buscando una mejora sustancial y continua de la calidad, universalidad de acceso, innovación, competitividad y dignificación del Maestro.

Planteamientos para lograr estos objetivos e implantar el PEN:

1. Declarar de necesidad y utilidad pública la reforma. Asumir la máxima prioridad hacia ella, buscar el apoyo de la ciudadanía, y tener legitimidad operativa para ejecutarla.

2. Rescatar la educación pública de su secuestro. El Sutep es uno de los impedimentos más importantes para la reforma y se ha deslegitimizado como representante del gremio.
No es de extrañar que un sindicato de maoísta, ponga sus intereses políticos por encima del alumnado, o que se opongan a las evaluaciones, si su gran inspirador, Mao, dijo: “Tenemos que seguir la política de mantener a la gente en la estupidez”, y “Cuantos más libros lees, más estúpido te vuelves.” O cuando suprimió los exámenes “que torturaban a los estudiantes con ideas burguesas”. (Mao, la historia desconocida, Chang y Halliday).
La reforma solo empezará cuando el gobierno proscriba los comisarios del Sutep en las escuelas y transfiera su control a los socios naturales de la educación, los padres de familia.

3. Establecer el sistema de Vales Educativos. Tal como lo propuso Milton Friedman hace 50 años, los Vales permitirían a los padres de familia, elegir donde educar a sus hijos incentivando a los maestros a mejorar su calidad, para no perder ingresos.
Este sistema tiene ciertas limitaciones, pero en esta etapa puede ser una excelente forma de mejorar las cosas y de promover competencia, innovación y medición continua de resultados.

4. Transferir el control de la educación a Directorios de Padres de Familia en cada colegio, no a gremios de ellos. Así, los directamente interesados tendrán que asumir la responsabilidad de velar por la calidad educativa y contrarrestar la politización del Sutep.

5. Premiar a los maestros de los mejores colegios públicos, transfiriéndoles la propiedad de los mismos, mediante un concurso nacional para elegir a los mejores colegios, cada tres años, con tres años de preparación, sin costo alguno para ellos.

6. Establecer una meta alta y realista de gasto-inversión en educación, con un incremento anual del 7%.

7. Reconvertir el Ministerio en una maquinaria de capacitación en base a convenios de cooperación internacional.

8. Establecer un ente autónomo que evalué la calidad educativa.
Valentía e incentivos correctos para grandes realizaciones.

Aseguremos el éxito del segundo gobierno de García

No debiéramos temer que el presidente García cause los mismos daños que nos regaló en su primer gobierno, pero si es muy importante que establezcamos como medir el desempeño de su segundo gobierno.

El Perú del 2006 es un país muy diferente del de 1985, nuestra economía es mucho más grande y diversificada; ha regresado la inversión a las regiones, principalmente en minería y agricultura; hemos avanzado mucho (excepto en saneamiento) en la provisión de servicios públicos; hay mayor transparencia en el manejo del estado; tenemos una sociedad y medios más alertas, demandantes y activos; nuestra economía está más integrada al mundo; y hay más ejemplos de países exitosos, de políticas públicas adecuadas al desarrollo y evidencias de superación de la pobreza.

Sin embargo, la situación del país sigue siendo insatisfactoria, no hemos logramos reducir la pobreza, no hemos logrado desarrollar nuestro potencial de crecimiento y prosperidad, no tenemos claro el camino del progreso, no tenemos confianza en nuestros líderes, instituciones y sobre todo en nuestro futuro. La sensación de los peruanos es de insatisfacción, falta de esperanza y pérdida de confianza generalizada.

¿Cómo debemos entonces medir el desempeño de este gobierno? A mi humilde entender, si no logramos cambiar la sensación de los peruanos sobre nuestro país en el 2011, este gobierno habrá fracasado; y no necesariamente porque estemos de nuevo en medio de una hiperinflación, o escasez de productos básicos, o reducción de los ingresos; sino, porque si a pesar de que la economía siga creciendo y mantengamos cierto nivel de inversión, no logramos un cambio profundo en nuestra sensación de futuro, no logramos que los peruanos sintamos que estamos encaminados hacia el bienestar general; el año 2011, el Perú estará en el borde del desbarrancadero, porque nuestra población correrá el riesgo de caer en la manipulación política del peor populismo latinoamericano.

Para lograr ese cambio profundo hay que tener prioridades claras, permítanme proponer tres grandes objetivos nacionales para los próximos cinco años:

Consolidar un crecimiento económico alto y sostenido
Iniciar una profunda revolución educativa
Reformar el Sistema Judicial

Hoy me referiré al primer objetivo.

Consolidar un crecimiento económico alto y sostenido

Según una excelente publicación del Banco Mundial: Perú – La oportunidad de un país diferente – Próspero, equitativo y gobernable, Giugale et al, Banco Mundial, 2006 – Capítulo 1 - La Importancia del Crecimiento para una Sociedad Próspera, Fretes-Cibils et al:

“La pobreza en el Perú se explica por una baja tasa de crecimiento económico promedio durante un tiempo considerable. Entre 1960 y 2004 el PBI per cápita del Perú se incrementó marginalmente en 0.7% al año, muy por debajo del crecimiento promedio de 2.7% alcanzado por los países en vías de desarrollo en ese mismo periodo, y la mitad del crecimiento promedio de los países latinoamericanos.”

“El incremento de la productividad en el Perú ha sido mínimo en las décadas pasadas. En los últimos 45 años, la productividad total de factores contribuyó casi nada al crecimiento: fue del orden de 0.1% del PBI al año desde 1960. (Corea del Sur = 2.1, Taiwan = 3.3, Chile y España = 1.9). Estas diferencias explican buena parte del sub-desempeño de la economía peruana.”

“No hay ningún sustituto para el crecimiento económico. En países como el Perú, que son relativamente más pobres pero no tan desiguales, el crecimiento económico por sí solo rendiría el mayor dividendo en cuanto a la reducción de la pobreza incluso si la distribución del ingreso permanece sin cambios. Por ello, en esta etapa de su desarrollo el Perú debiera concentrarse fundamentalmente en promover un crecimiento económico acelerado como la mejor estrategia para generar una prosperidad de amplia base”.

Lo peor es que este atraso relativo se sigue dando, según cálculos del Economist, entre el 2000 y el 2005, el crecimiento promedio del PBI de los países emergentes fue de 7.0%, mientras que el del Perú fue de 3.96% anual.

El potencial de crecimiento del Perú es inmenso y variado, el Perú debe crecer sostenidamente entre 7 y 10 % anual durante los próximos 15 a 20 años. No hay inclusión posible sin crecimiento económico, no hay desarrollo posible sin el desarrollo de la sierra, sin la inclusión de nuestros pobres en la economía de mercado, sin el aumento de la productividad de los oficios tradicionales, sin aumento de la inversión, las exportaciones y las infraestructuras.

El 2007 será el año clave para la orientación del Perú hacia la prosperidad, es hora de definir objetivos claros y comprometer nuestro apoyo a un gobierno que tiene que ser exitoso.
Feliz año 2007 y larga prosperidad para todos los peruanos.