Sunday, February 26, 2006

Deseducando – La Política y el Carnaval (26/2/06)


Diario La Primera - Perú - 26 de febrero del 2006
Estamos en plenos carnavales, pero no los que se juegan con agua, que pena, ojala fuera así. No, estamos en el medio de una súper fiesta de populismo, en una fanfarria de propuestas y planteamientos irresponsables que no hacen otra cosa que darnos otras capas de des-educación, esas capas de pinturas de mala calidad que nuestros políticos ponen encima de todos los peruanos desde hace 40 años.

Así es la política peruana, creer que los votos se consiguen planteando estupideces, mintiendo, distorsionando la realidad, asustando a los ciudadanos – en esencia, obligándonos a desarrollar un sentido común perverso, que no hace otra cosa que instalar en nuestros ojos, cristales opacos, con fallas ópticas. Lo peor es que no hay nadie que rompa el molde, por eso, en el mejor de los casos, en el Perú, lo políticamente correcto es la mediocridad.

Que Petro-Perú no tenga ningún control, no al TLC, el gas para los cuzqueños, revisemos Camisea, la libre desafiliación, las grandes empresas no pagan impuestos, renegociemos los contratos de estabilidad tributaria, nacionalicemos los recursos naturales y los servicios públicos, hay que prohibir los services, volvamos a la estabilidad laboral, que los recursos para las pensiones los maneje el estado, lo que necesitamos es una nueva constitución – ¡Dios mío!, parece una lista planteada por nuestros peores enemigos, aquellos que quisieran que los peruanos siguiéramos siendo pobres y miserables, aquellos que quisieran que nuestros hijos, que nuestros jóvenes, sigan emigrando, sigan buscando su futuro lejos del Perú, en España, en Chile y en Estados Unidos.

Un ejemplo: Los contratos de estabilidad jurídica
Se dice: Los contratos han establecido prebendas.
La realidad: Solo se estabilizaron las reglas de juego.
Los resultados: Una muestra de 29 empresas que representan el 64% de
los compromisos de inversión, comprometieron inversiones por 6,900
millones de dólares, invirtieron 16,400 millones de dólares.
Solo 18 de las 29, que representan el 40% de los compromisos de inversión,
le dieron recursos al fisco por 9,900 millones de dólares: 4,900 por
transferencias de activos, 4,500 por tributos y 500 por otros conceptos. El
año 2001, representaron el 3.1% del PBI, aportaron el 11.5% del impuesto a
la renta y el 12.7% del IGV.
Período de análisis: 1994 – 2001
Fuente: Macroconsult

Dichas propuestas son las cosas que se vienen planteando y haciendo desde hace 40 años en el Perú, y como carneritos, todos los latinoamericanos juntitos – excepto Chile, el único país exitoso de la región. Por eso es que Japón, Corea, Taiwan y varios más, que hace 40 años eran tan pobres o más pobres que nosotros, que siguieron políticas de desarrollo sensatas y realistas, ahora son países ricos con poblaciones educadas que gozan del bienestar general. Por lo mismo, durante los últimos 20 años, países como España, Chile, Nueva Zelanda, Irlanda, Polonia, la República Checa, la China, India, Botswana, Eslovenia y muchos más, que han optado por la economía de mercado, por la integración de sus economías al mundo global, por desarrollar sus infraestructuras internas, por educar mejor a sus niños y jóvenes, por desarrollar instituciones sólidas, transparentes y predecibles - también han logrado o están logrando salir de la pobreza y transitar hacia la modernidad y el progreso.

Tal vez algunos de nosotros no llegamos a entender esta realidad, que hay muchos países, en todas las regiones de la tierra, a quienes les va muy bien. Nuestros referentes siguen siendo nuestros vecinos latinoamericanos, mira lo que están haciendo en Argentina, en Venezuela o lo que dicen los candidatos mexicanos. Yo les propongo tomar nota de dos datos que ilustran de sobra, que estamos haciendo muchas cosas mal y por donde debemos ir si queremos que nuestra población tenga los mismos estándares de vida que ya gozan más de 2,000,000,000 (dos mil millones) de habitantes de la tierra:

1. Durante los últimos 20 años, la pobreza extrema ha disminuido en el conjunto del planeta
del 40% al 21% de la población, pero no en Latinoamérica.
Ver en ‘Cuentos Chinos’ de Andrés Oppenheimer, página: 18, citando un comunicado de
prensa del Banco Mundial del 23 de abril del 2004, ‘Global Poverty down by half since
1981’ (La pobreza global cayó a la mitad desde 1981).

2. Participación del Perú en el Mundo
>>> Población = 0.4% >>> Producto Bruto = 0.2% >>> Exportaciones = 0.1%

¿Nos queda claro? Como dice Oppenheimer, es muy claro que los latinoamericanos la estamos haciendo mal. ¿Cómo puede ser que en todas partes del mundo se dé el progreso continuo y el bienestar general, pero no en Latinoamérica ni en el Perú?

¿Qué nos dice el cuadro de la participación del Perú en el mundo? – Muy simple, somos tan pobres que solo tenemos la mitad de los ingresos que el promedio de la población mundial, siendo que dos tercios de la humanidad son todavía muy pobres. Nuestra meta debiera ser lograr entre el 0.5% y el 0.6% del producto bruto global, a ese nivel de bienestar debemos apuntar y es evidente que nunca lo lograremos si seguimos planteando lo mismo de siempre.

¿Qué más nos dice el cuadro? – Que a pesar del importantísimo crecimiento de nuestras exportaciones, solo producimos el 0.1% del total de las exportaciones mundiales, la cuarta parte de lo que debiéramos tener solo para mantener el nivel de participación de nuestra población en el planeta. Pero esta cifra nos dice además algo muy importante: somos pobres y nuestro producto es muy bajo, porque nuestras exportaciones son aun bajísimas, magras, tenemos que hacerlas crecer muchísimo más.

La semana pasada, durante una entrevista radial desde Arequipa, el periodista me dijo: ‘pero si alguien plantea algo diferente, nadie le cree, ya nadie le cree a nadie’, es cierto, entonces, le respondí, miremos afuera, tratemos de ver cual es la realidad en otros países, tengamos nuestras cosas más claras y luego exijámosle a nuestros políticos lo que deben hacer, nos toca a los ciudadanos fijar la agenda, establecer nuestras estrategias de desarrollo y luego contratar, elegir, a los políticos que puedan administrarla mejor.

Una de las funciones más importantes de los políticos debiera ser educar a la población, hacer ver qué podemos hacer y cuando, por donde debemos desarrollarnos, cuales son nuestros errores y cómo debemos ir sumando sobre lo bueno que ya tengamos.

Necesitamos un cambio profundo, si, pero no hacia atrás. No permitamos que los peruanos sigamos construyendo nuestro futuro en el exterior, démosle a nuestros jóvenes, en su patria, lo que se les está ofreciendo afuera, esperanza, seguridad y porvenir. No necesitamos más constituciones, clamamos por una estrategia de desarrollo integral en lo económico, lo social y lo institucional, por supuesto que inclusiva y sostenible. Queremos progreso, no más fábulas y embustes.

Patriotismo sí, nacionalismo no.

Sunday, February 12, 2006

Veamos el TLC con los Ojos del Futuro (12/2/06)

Diario La Primera - Perú - 12 de febrero del 2006
Por fin acabó la negociación del TLC con EEUU – ahora empieza el proceso de ratificación. Se acabó el ‘Sí o Sí’ y también se acabó el ‘Así No’, ahora es ‘Sí o No’.

La eventual ratificación del TLC por parte del Congreso de la República, marca una línea divisoria mucho más importante de lo que hasta ahora hemos discutido en vinculación al acuerdo.

Históricamente el Perú ha sido esencialmente un país aislado y apartado del resto del mundo. Así fue desde los albores de las civilizaciones pre-colombinas, hasta el ocaso del Imperio Incaico; durante la ocupación española, estábamos en los confines de la tierra; luego, durante la República, hasta 1914 en que se abre el Canal de Panamá, la geografía limitó sustancialmente nuestra capacidad de interrelación con el resto del planeta; cuando los avances tecnológicos de la navegación marítima y el transporte aéreo se consolidaron, en la segunda mitad del siglo pasado, cerramos nuestra economía bajo las banderas de la sustitución de importaciones, el desarrollo endógeno y la protección de nuestros empresarios.

Hasta el día de hoy, somos un país sustancialmente cerrado, a pesar del reciente crecimiento de las exportaciones, nuestro comercio internacional solo representa el 40% de nuestro PBI, desconfiamos sustancialmente de la inversión extranjera, buena parte de nuestros empresarios siguen siendo mercantilistas y la mayoría de nuestros políticos cree que nuestras relaciones con el exterior se explican confrontacionalmente.

La verdad es que hasta que no tengamos una mayor presencia en la economía global, seguiremos siendo pobres. Con el 0.4% de la población mundial, solo generamos el 0.2% del producto global y nuestras exportaciones apenas superan el 0.1% del total de exportaciones mundiales. Tenemos que recuperar mucho tiempo perdido, todavía no nos recuperamos de la descapitalización que produjo la reforma agraria, la hiper-inflación y el bajísimo crecimiento de la productividad de nuestra economía durante los últimos cincuenta años.

Como ya hemos dicho muchas veces, nuestro desarrollo pasa por un avance sustancial y paralelo en lo económico, lo social y lo institucional. En lo económico necesitamos tres grandes estrategias – la integración de nuestra economía al mundo global, el desarrollo de las infraestructuras internas y el acceso de los pobres a la economía de mercado.

En mi opinión el TLC con EEUU es determinante en nuestra capacidad de lograr la integración de nuestra economía al resto del mundo.

Empecemos por ver que pasaría si no ratificamos el TLC:

1. Se cortaría el crecimiento de nuestras exportaciones.
2. Perderíamos acceso preferencial al mercado más grande del mundo – el TLC da acceso al
99.9% de nuestra oferta agrícola.
3. Se perderían innumerables empleos de calidad en el sector rural, por el debilitamiento de
nuestra agro-industria y en Lima por el retroceso del sector de confecciones.
4. Nuestros agricultores tradicionales perderían los beneficios que representan el desarrollo de
las infraestructuras, los servicios y las cadenas productivas impulsadas por las agro-
exportaciones; tendrían que competir con los agricultores más modernos que en parte
tendrían que volver a enfocarse en el mercado interno; bajaría el precio de las tierras
agrícolas por una menor demanda del sector exportador; y sobre todo perderían las grandes
oportunidades que ofrece el comercio internacional para la mejora de los ingresos del sector
rural.
5. Se perdería el impulso político para desarrollar una agenda interna que promueva el
desarrollo del sector tradicional agrícola.
6. Se produciría ‘Desvío de Inversión’, puesto que por ejemplo, a nuestros confeccionistas les
resultaría más conveniente mudarse a Centroamérica para no perder el acceso al mercado
americano.
7. Debilitaríamos sustancialmente las posibilidades de negociar otros TLC con Europa y Asia –
¿Quién va a querer desarrollar una costosa negociación con un país que, primero busca
negociar un acuerdo, lo hace durante 18 meses y luego no lo ratifica?

Si no ratificamos el TLC, probablemente condenaríamos a nuestro país al aislamiento comercial y económico, incluso más allá de los EEUU, y seguramente condenaríamos a nuestra población, especialmente a los más pobres, a continuar por la conocida y aborrecida senda de la pobreza, la frustración y la migración.

¿Qué pasaría en cambio, si ratificamos el TLC?

1. Mejoraríamos sustancialmente nuestra capacidad de negociación de otros TLC con la
Comunidad Europea y con los más importantes países asiáticos.
2. Atraeríamos más y mejor inversión para acceder al mercado americano.
3. Estaríamos obligados a desarrollar una agresiva agenda interna para proteger y desarrollar
nuestros sectores tradicionales.
4. Las tierras dedicadas a las exportaciones, que están manejadas por los agricultores más
eficientes y que con el TLC serán cada día más hectáreas, ya no competirán con las tierras
de nuestros campesinos pobres que tomarán así el mercado interno. Con el TLC la demanda
por tierras para cultivos tecnificados y de exportación crecerá sustancialmente y por lo tanto
también crecerá el valor de las tierras de nuestros campesinos. La agricultura moderna
generará un arrastre, un chorreo tecnológico, se formará una oferta de servicios
complementarios competitivos que ayudará a todo el sector a ser más eficiente, se
desarrollarán infraestructuras internas y se formarán todo tipo de cadenas productivas que
incorporarán paulatinamente a gran parte del sector tradicional.
5. Crecerá el empleo de calidad en el sector rural y aumentarán sus ingresos, justamente
donde necesitamos la presencia del mundo moderno para superar la pobreza en el campo. Se
multiplicarán las oportunidades de negocios que hoy día ni alcanzamos a imaginar,
potenciándose incluso, como dice Antonio Brack Egg, los bio-negocios.
6. Consolidaríamos la integración de nuestra economía al mundo global, estableciendo un
cambio profundo en la orientación de nuestro desarrollo, nuestra capacidad de crecimiento y
especialmente en la multiplicación de oportunidades para nuestros jóvenes, que hoy están
condenados a emigrar.
7. Superaríamos largamente los resultados del APTDEA, que ha sido sin lugar a dudas el mejor
modelo – mejor que cualquier modelo econométrico, para que los peruanos podamos evaluar
objetivamente el impacto del comercio internacional en el crecimiento de la economía y en la
generación de empleo, en volumen, en calidad y en localización.

Si ratificamos el TLC, habremos roto para siempre con la maldición del aislamiento, del parroquialismo y del mercantilismo. Habremos cruzado la línea que separa la anomia, los complejos y el miedo, del optimismo, el coraje y la visión de futuro.

Los ojos del pasado y los ojos del futuro.

Con estas perspectivas, ¿Por qué hay algunos peruanos de buena voluntad, que ven el TLC con tanta angustia?

Si no logramos apartarnos del condicionamiento que nos producen las últimas décadas de fracasos y de pobreza, así como de la falta de confianza que hemos desarrollado, en nuestros líderes, en nuestras instituciones y en el futuro – es entendible que ya casi nada despierte nuestras esperanzas y nuestra ilusión en un futuro mejor.

Los peruanos tenemos que hacer un esfuerzo especial para ver el futuro, no podemos verlo con los ojos del pasado, tenemos que verlo con los ojos del futuro. Sentémonos un rato al mismo lado de la mesa, solo así podremos encontrar una visión común, solo así podremos vislumbrar el futuro que reclaman nuestros hijos, a quienes lastimosamente, hemos empujado a buscarlo afuera.

Veamos el TLC con los ojos del futuro, consolidar nuestra integración comercial al mundo global, es una de las decisiones más importante que hoy nos toca tomar.