Sunday, January 29, 2006

Desenmascaremos a los Falsos Defensores de los Pobres (29/1/06)


Diario La Primera - Perú - 29 de enero del 2006

Con muy pocas excepciones, en contados pasajes de la historia, los únicos que pagan las facturas de los malos gobiernos son los pobres. Los ricos siempre tienen como protegerse y muchos hasta pueden terminar beneficiándose, en el corto plazo, de las acciones equivocadas de sus gobiernos.

Lo malo es que cuando la pobreza es muy grande, como en el Perú, aparecen los llamados defensores de los pobres, que lo único que en verdad logran es perpetuar las condiciones que crean la pobreza. Sin lugar a dudas muchos lo hacen con la mejor de las intenciones, pero la mayoría son víctimas de la ignorancia y el prejuicio, otros construyen sus plataformas de vida alimentándose de la pobreza y de la frustración para preservar sus posiciones personales o de grupo.

Entre los típicos defensores de los pobres están buena parte de nuestros políticos autoproclamados de izquierda, de esa izquierda latinoamericana retrógrada y estancada en el mercantilismo político; también están nuestros curitas, que hablan con el corazón en la mano y que confunden limosna con distribución de la riqueza, aun a costa de sacrificar el crecimiento y la disminución de la pobreza; están también una serie de ONGs que hacen su vida y sus ingresos azuzando a los pobres y ahuyentando el progreso, ‘no toquen nada, no enseñen español, ni inglés’.

Este proceso es especialmente notorio en América Latina y en nuestro querido país. Como indica Andrés Oppenheimer en su último libro, ‘Cuentos Chinos’, durante los últimos 20 años, la pobreza extrema ha disminuido en el mundo del 40%, al 21% de la población, solo que en Latinoamérica, en vez de disminuir, ha aumentado. Como ya hemos comentado varias veces, muchos países, a lo largo y ancho del planeta, han encontrado el camino del progreso, de la prosperidad y del bienestar general. Los países que han progresado y han reducido sustancialmente la pobreza, han promovido agresivamente las inversiones, las exportaciones, la educación y la consolidación de instituciones sólidas, transparentes, predecibles y decentes.

¿Somos brutos los peruanos cómo para no darnos cuenta, cual es el camino que tenemos que emprender para reducir la pobreza y lograr el bienestar? ¿Son brutos nuestros políticos para no plantear estrategias adecuadas para el desarrollo? ¿No saben nuestros políticos lo que está pasando en el resto del mundo? ¿No han escuchado del milagro español de los últimos veinte años, del éxito de Nueva Zelanda, de la revolución de Irlanda? ¿No han tomado nota de la reconversión de Europa del Este, de las antiguas repúblicas soviéticas, de China y del salto adelante de la India? ¿No pueden darse cuenta del éxito de los chilenos, por años conducidos por gobiernos socialistas, el único país latinoamericano que ha reducido sustancialmente la pobreza?

¿Brutos? ¡No lo creo!

Lo que pasa es que para tener popularidad en un país de pobres, de gentes sufridas, sin educación y engañadas, es más fácil apelar a las frustraciones y a los resentimientos, es más fácil promover la envidia y el rencor, es más fácil echarle la culpa de nuestros problemas a los ricos y a los imperialistas, que decir la verdad, que somos pobres por culpa de las políticas de nuestros gobiernos, que nuestros políticos son los responsables de nuestra pobreza, que no hay ninguna razón que justifique que un país tan maravilloso como el Perú sea un país pobre.

Para que todos ganemos, solo tenemos que emprender las políticas de desarrollo de aquellos que ya derrotaron y están derrotando la pobreza. Tenemos que desarrollar una visión compartida de futuro, tenemos que promover las inversiones, las exportaciones, tenemos que incorporar a nuestros pobres a la economía de mercado, tenemos que hacer un salto cualitativo en educación y cobertura de salud y tenemos que construir instituciones modernas, eficientes y justas. Todo esto se puede hacer con mucha más facilidad de lo que nos imaginamos, no solo por los recursos que el Perú puede aprovechar para financiar su desarrollo, sino principalmente porque nuestro pueblo es maravilloso, es emprendedor, es trabajador, es creativo, es solidario y es pacífico en esencia.

Estamos en pleno proceso electoral, es momento de ver quienes hablan con la verdad, quienes tienen el valor de reconocer nuestras deficiencias de liderazgo, quienes se atreven a proponer un verdadero cambio hacia la prosperidad y el bienestar general. También es hora de rechazar a los mercantilistas de la política, es hora de encarar la mala voluntad, la ignorancia y la falsedad de los que pretenden erigirse como defensores de los pobres, solo para nutrirse de ellos.

Ya está llegando el día en que nuestros pobres se den cuenta que sus llamados defensores, no son otra cosa que sus victimarios.

En varias ocasiones hemos comentado que es poco lo que podemos esperar de nuestra clase política, que es menester que los ciudadanos planteemos la agenda nacional, en eso hay que insistir. Pero hay diferentes formas en las que los ciudadanos pueden plantear los cambios que necesitamos, una de ellas es creando nuevas realidades con sus acciones cotidianas, con procesos que muchas veces tardamos en descubrir.

Hoy quiero destacar tres temas que a mi manera de ver encierran las cimientes de grandes e importantes cambios: la racionalidad con la que nuestros jóvenes están meditando sobre su futuro, la revolución silenciosa de la agro-exportación en el Perú rural y el ingreso del Grupo Gloria a Casagrande.

Cuando nuestros jóvenes se plantean la necesidad de emigrar, están haciendo un análisis racional sobre el ambiente que necesitan para tener una vida digna. Es muy bueno que la sensación de crisis e incertidumbre esté llevando a nuestros jóvenes y a sus familiares a tomar decisiones racionales, a pesar de que el fondo mismo de la decisión implique algo muy doloroso, perder a nuestros hijos porque no podemos darles en su patria lo que buscan afuera. Nuestros jóvenes son más ciudadanos del mundo, están más globalizados que los mayores, saben lo que pasa afuera y lo que les ofrecemos en su patria. Estoy seguro que nada podría hacerlos más felices que encontrar la posibilidad de prosperar en su patria, solo tenemos que ofrecerles lo que buscan afuera, trabajo, seguridad, predictibilidad y compensación a su esfuerzo.

Poco a poco la agro-industria está logrando una revolución en el Perú rural, es la primera vez que se está generando empleo masivo, permanente y de calidad en el campo. Me contaba uno de los agro-exportadores que los campesinos serranos no le creían cuando ofrecían un mes de vacaciones, ni siquiera sabían lo que eran las vacaciones. Gracias al APTDEA y a la presencia de inversión de calidad en el agro, los más pobres de los peruanos empiezan a encontrar que la modernidad puede abrazarlos y beneficiarlos directamente. El TLC es para ellos.

Después de 40 años el símbolo del populismo, de la manipulación política, de la ineficiencia y de la corrupción, abre sus puertas a la modernidad y al progreso, eso significa el ingreso del Grupo Gloria a Casagrande, bravo por ellos y por sus nuevos trabajadores.
En verdad los peruanos si podemos hacer las cosas bien, salgamos al frente, defendamos nuestras ideas, construyamos un país de éxito, es hora de cambiar – abracemos la modernidad, el crecimiento y la racionalidad.

Sunday, January 15, 2006

¡Es Hora de salir al Frente! (15/1/06)


Diario La Primera - 15 de enero del 2006
Hay algunas líneas que los peruanos no debemos trazar, como dividirnos entre los de izquierda y los de derecha, o entre los que tienen más y los que tienen menos, o por creencias religiosas, o entre los que están de acuerdo con las conclusiones de la Comisión de la Verdad y los que no están de acuerdo – pero hay una línea que si debemos trazar, ésa es la que separa a los peruanos de buena voluntad de los que no lo son.

¿Cómo podemos juzgar quienes son los peruanos de buena voluntad?

En verdad casi todos nosotros, cada uno de nosotros, sabe perfectamente quienes son gente de buena voluntad y quienes no. En una sociedad, la buena voluntad empieza por la tolerancia, tolerancia con las creencias de los demás, tolerancia con las condiciones de los demás e incluso tolerancia con sus errores. Asimismo implica la negación del odio, del resentimiento, del desprecio y de la envidia. La buena voluntad conlleva sentimientos positivos en vez de sentimientos negativos, la construcción en vez de la destrucción, la unión en vez de la discriminación. En esencia la buena voluntad es una expresión de amor, que empieza con el amor por uno mismo.

Estamos ya en el medio del proceso electoral y como es lógico, esta es una de las pocas ocasiones en que todos los peruanos reflexionamos sobre el destino de nuestra nación.

Esta debiera ser una oportunidad en que más allá de nuestras diferencias e intereses individuales o de grupo, debiéramos debatir sobre el futuro de nuestro país con total apertura y libertad, pero dentro de ciertos límites, sin mala voluntad, al fin y al cabo solo podemos ver nuestro futuro común, si aunque sea por un rato, nos sentamos del mismo lado de la mesa para así poder mirar en la misma dirección y tener una misma visión de futuro.

Evidentemente, no podemos prohibir manifestarse a los que opten por un comportamiento radical, ni a los que tengan una visión destructiva y discriminatoria, no podemos tampoco acallar a los que consideremos hombres y mujeres de mala voluntad – pero si tenemos la obligación de combatirlos, tenemos la obligación de desenmascarar sus puntos de vista, tenemos la obligación de ilustrar a los millones de hombres y mujeres de buena voluntad sobre lo que se pone en juego cuando un grupo de aventureros pone en riesgo la salud de la nación.

Esa obligación de combatir las semillas del desquiciamiento es doble en el Perú, porque no hemos sabido dar a la gran mayoría de nuestros ciudadanos, ni el bienestar, ni la educación que les permita tener los elementos de juicio básicos como para poder separar sus justificados sentimientos de frustración con la realidad nacional, de la ponderación en el análisis de nuestros requerimientos y capacidades futuras. Asimismo, tenemos la obligación de combatir a los extremistas, porque ya sufrimos de sus afrontas y en buena medida hicimos muy poco o nada para evitar sus consecuencias, cuando dejamos prosperar la aventura del “Binomio Pueblo – Fuerza Armada” de Velasco y la criminal gesta del “Sendero Luminoso” de Guzmán, que solo nos dividieron y empobrecieron.

El Perú no está para bromas ni aventuras. No se puede jugar con el destino de una nación tan sufrida. La principal obligación de quienes pretenden dirigir el destino de nuestro país es demostrarles a los ciudadanos que los cambios que se plantean son para buscar y alcanzar el bienestar general. Le guste o no le guste a los candidatos aventureros e ignorantes, el bienestar pasa necesariamente por el crecimiento económico. Sino recordemos como se compone el Índice de Desarrollo Humano del PNUD (Naciones Unidas) y lo que nos dice sobre lo que tenemos que hacer:

25% del nivel de alfabetismo
25% del nivel de matrícula secundaria
25% del nivel de esperanza de vida, y
25% del nivel del PBI per cápita

Evidentemente el Perú tiene un índice muy bajo y para progresar necesitamos aumentar nuestro indicador en forma sustancial. Lo interesante de este índice es que si los peruanos mejoráramos los primeros tres factores al máximo posible, o sea, si llevamos el alfabetismo al 100%, la matrícula secundaria al 100% y la esperanza de vida al nivel de los europeos y/o americanos, solo mejoraríamos en un 17%.

La pregunta de rigor es: ¿Con una mejora del 17% podemos los peruanos alcanzar el bienestar? No, No y No. Solo podemos alcanzar el bienestar si multiplicamos por cinco y por diez el PBI per cápita, y para multiplicar nuestro PBI per cápita por cinco y por diez veces tenemos necesariamente que crecer, tenemos necesariamente que hacer crecer nuestra economía, y eso solo se puede hacer generando confianza, promoviendo agresivamente la inversión, dando seguridad sobre el futuro.

Claro que para desarrollar y prosperar no solo se necesita promover el crecimiento de la economía, también hay que luchar por incorporar a nuestros pobres a la economía de mercado, hay que mejorar la productividad de los oficios tradicionales, especialmente en la sierra, hay que lograr una educación de calidad al alcance de todos, hay que dar cobertura universal de salud y hay que desarrollar instituciones sólidas, transparentes, predecibles, independientes, justas y estables.

Ningún peruano de buena voluntad puede estar en contra de una estrategia de desarrollo, integral, inclusiva y sostenible. Quienes siembren desconfianza, quienes pretendan dividirnos y sembrar el odio entre peruanos, quienes planteen estupideces tan obvias en contra del indispensable crecimiento de la economía y el bienestar general - no son gente de buena voluntad.

Peruanos somos todos los que nacimos y vivimos en esta tierra maravillosa que no sabemos aprovechar. Nadie puede venir a aprovecharse políticamente de nuestras frustraciones para agitar ningún tipo de discriminación, para promover el resentimiento, la desconfianza y el odio. Nadie debe pasar piola si lo que promueve va directamente en contra de las recetas del éxito y de la prosperidad.

Basta de anomia, basta de que cada uno esté solo cuidando lo propio, basta de pensar que si el Perú no camina, nos podemos ir a otro país. Este es nuestro país, en ningún lugar podremos ser tan felices como en nuestra patria. No me cabe la menor duda que podemos ser exitosos, que podemos salir adelante, ni siquiera tenemos que inventar el camino, está marcadito por muchos otros países a lo largo y ancho del planeta. Solo tenemos que aplicar las recetas exitosas de desarrollo.

Patriotismo si, nacionalismo no. El patriotismo es un sentimiento positivo, es una expresión de amor. En cambio el nacionalismo es negativo, encierra sentimientos de debilidad y de inferioridad, es la sopa del mercantilismo económico y político, que tanto daño a hecho a la humanidad y a los peruanos.

Luchemos por nuestro futuro, salgamos al frente, demos la batalla – es el grito de nuestros antepasados y la esperanza de nuestros hijos.

¡Patriotismo si, nacionalismo no!

Sunday, January 08, 2006

Perfilemos la Agenda (8/1/06)


Diario La Primera - 8 de enero del 2006

A todos los peruanos nos está muy claro que el gran reto de nuestro país es encontrar el camino del desarrollo. Sin embargo, no tenemos nada claro el como hacerlo, nos hemos pasado décadas intentando todo tipo de recetas, cambiándolas a medio camino, en un torpe movimiento pendular y me temo que además, no hemos logrado aprender de nuestros fracasos y mucho menos de los aciertos de tantos otros países, que a lo largo y ancho del planeta, ya han logrado llevar a sus ciudadanos hacia la prosperidad y el bienestar general.

Buena parte de la explicación de nuestra incapacidad para encontrar el camino del éxito, es que nunca hemos tenido una visión compartida de largo plazo. Una visión del futuro que nos permita entender que en el Perú, en el largo plazo, TODOS somos socios, TODOS tenemos los mismos intereses. Lamentablemente esto no es igual en el corto plazo, puesto que al vivir en una sociedad de escasez, asumimos que lo que unos ganan, es porque otros lo pierden y así, luchamos los unos contra los otros, dividiéndonos y separándonos cada día más, desconfiando mutuamente y finalmente hasta renunciando a la esperanza de tener un país prospero –lo que se manifiesta claramente cuando nuestros jóvenes optan por emigrar.

Es pues indispensable plantearnos la necesidad de diseñar una visión compartida de largo plazo, porque solo en el largo plazo podemos encontrar nuestros intereses comunes, porque solo en el largo plazo podemos establecer consensos y de ellos producir con naturalidad las estrategias de desarrollo que nos lleven a la prosperidad.

En cuanto a nuestras estrategias de desarrollo es fundamental plantearse un desarrollo integral, inclusivo y sostenible. Que no privilegie lo económico sobre lo social, ni viceversa, que nos de la sensación de complementariedad y de suma, que permita que todos las abracemos porque nos sentimos incluidos.

Una buena manera de plantearlas es que visualicemos el desarrollo como el devenir de una vía férrea, ambos rieles tienen que avanzar en paralelo y asentados en durmientes sólidos. Así podríamos imaginar que el desarrollo económico es uno de los rieles, el desarrollo social, el otro, y los durmientes, el desarrollo institucional.

Pero no es posible concebir el desarrollo del Perú si no logramos el desarrollo de la sierra, esto nos lleva necesariamente a identificar el abandono y atraso de la sierra peruana, como el gran olvido, la herida abierta, que demuestra nuestra incapacidad para entender nuestro país como un todo, la desintegración nacional que explica en gran medida la profundidad de nuestros problemas sociales. Lamentablemente, a nuestros tradicionales problemas de desintegración social y cultural, le sumamos, desde hace varias décadas, un modelo de exclusión económica, optando por un modelo de desarrollo costeño, citadino y limeño, cuando implantamos el modelo Cepalino de sustitución de importaciones, así como la reforma agraria que descapitalizó la sierra, tanto de recursos financieros, como humanos y tecnológicos y la alejó de la economía de mercado.

Para colmo de males, nuestras políticas proteccionistas y de un mal entendido nacionalismo, coincidieron precisamente con la irrupción de la globalización, que ha permitido, en muchos otros lugares del mundo, que la apertura de las economías, que la inversión y que el comercio internacional, produjera avances cualitativos en el bienestar general de sus poblaciones.

¿Qué necesitamos, pues, para salir de pobres? ¿Más proteccionismo, más falsos nacionalismos? ¿Luchar contra la economía de mercado, como predican con la palabra y sobre todo con los hechos, buena parte de nuestra clase política?

NO, necesitamos algo muy diferente: “Hay que luchar por incorporar a los pobres a la economía de mercado”.

Eso pasa en el Perú, por lograr el acceso de la sierra a la economía de mercado y por darles a nuestros jóvenes lo que buscan allende nuestras fronteras cuando optan por emigrar:

La incorporación de la Sierra a la economía de mercado

El desarrollo de la sierra requiere de un esfuerzo continuo de por lo menos 15 a 20 años de:

- Construcción de accesos eficientes de los productores serranos a los mercados internos y
externos.
- Desarrollo de las infraestructuras de transportes, saneamiento, energía, comunicaciones,
educación y salud.
- Mejoramiento continúo de la productividad de los campesinos, ganaderos, artesanos y
operadores turísticos.
- Capacitación a los trabajadores de los oficios tradicionales.
- Formación de clusters y cadenas productivas.
- Acceso al crédito para los pequeños productores.
- Titulación y defensa de la propiedad de los campesinos.
- Educación funcional a los requerimientos laborales.
- Seguro universal de salud infantil.

Todo esto requiere que se fomente sostenidamente la inversión pública y privada en volúmenes suficientes para acumular una masa crítica que permita el despegue económico de la sierra. Es verdad que alentando la inversión en agroindustria, ganadería, forestaría y turismo se pueden lograr ciertos avances, pero es imposible que sin un desarrollo agresivo de la inversión minera se puedan producir suficientes recursos productivos, tributarios, de inversión en infraestructuras y de apoyo social a las comunidades, como para garantizar la incorporación de la sierra peruana al mundo moderno y a los estándares de vida universales.

La necesidad de crear futuro para nuestros jóvenes

Cada día salen del Perú más de mil peruanos. Más de 400,000 ciudadanos que cada año se ven forzados a emigrar – fundamentalmente jóvenes y especialmente mujeres. Si pudieran hacerlo, el 86% de nuestros jóvenes seguiría el mismo camino. Las remesas de los peruanos habrían pasado de 1,300 millones a 2,500 millones de dólares anuales y como bien dice Fernando Villarán, los que remesan dinero no son gente de la clase media ni los más pudientes, sino los más pobres, los que necesitan ayudar a sus familias.

Nuestros jóvenes, especialmente los más pobres, se van fundamentalmente porque en el Perú no les ofrecemos futuro. No encuentran trabajo, saben que sus padres han sido muy trabajadores y esforzados, pero al final están donde empezaron y con razón, no quieren correr la misma suerte. Desconfían de nuestras instituciones y de toda la clase política, saben que no hay suficiente inversión, seguridad, justicia y piso parejo para poder desarrollarse sin ser víctimas de la corrupción y de la lenidad de la burocracia estatal.

No se están yendo a Cuba ni a Venezuela, se están yendo a los Estados Unidos, a Chile y a España. Se están yendo a economías de mercado, donde el esfuerzo individual les permite progresar y donde lo logrado no te lo quitan de la noche a la mañana.

¿Qué esperamos para que en el Perú, nuestros hijos tengan lo que buscan afuera? No hay ninguna limitación para que nuestro país emprenda el camino del éxito y del bienestar general, excepto la falta de visión de nuestros líderes.

La campaña electoral es el mejor momento para focalizar el debate nacional, es la mejor oportunidad para reaccionar contra la frustración generalizada en que vivimos, es el mejor momento para romper los moldes tradicionales de la política nacional. Lo que ayer era políticamente correcto ya no lo es hoy. Nuestros jóvenes están globalizados - según Arellano, en Puno hay más penetración de Internet que en Lima.

Los jóvenes que se fueron, los jóvenes que planean irse y sus familias saben exactamente lo que necesitamos, no nos dejemos arrastrar por los resentidos ni por la vieja política – visión y coraje…. ¡Carajo!